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Preguntas al Pastor Jhon MacArthur.La Ley ¿Abolida o cumplida?
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Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en Su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (Ef. 2:14-15)
Cristo derribó para siempre (la traducción hizo uno... derribando, alude al tiempo aoristo en griego que indica una acción finalizada) todas las paredes de separación aboliendo en Su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas. Cuando Jesús murió en la cruz, abolió todas las barreras entre el hombre y Dios y entre el hombre y sus semejantes. La barrera más grande entre judíos y gentiles era la ley ceremonial: la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas. Las festividades, sacrificios, ofrendas, leyes de limpieza y purificación, y todos los demás mandamientos externos y distintivos para la separación única de Israel frente al resto de naciones, fueron abolidos por completo. Por otro lado, el hecho de que la ley moral de Dios nunca fue abolida queda claro en la frase "expresados en ordenanzas". Su ley moral refleja su propia naturaleza santa; y por ende nunca puede cambiar (cp. Mt. 5:17-19). Esa es la ley que para los judíos se resumía en los diez mandamientos y para todos los hombres está escrita en sus corazones (Ro. 2:15) y en todo caso es un imperativo moral que también se les manda obedecer (Mt. 22:3740; Ro. 13:8-10). Jesús resumió la ley moral de Dios con la declaración: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como Yo os he amado, que también os améis unos a otros" (Jn. 13:34). Los diez mandamientos, al igual que todas las leyes morales de Dios, apenas son la expresión estructurada y particularizada del amor que Dios requiere (Stg. 2:8). Todas las leyes ceremoniales que distinguieron y separaron a los judíos de los gentiles fueron obliteradas. Antes de Cristo, esos dos grupos no podían comer juntos a causa de alimentos restringidos, lavamientos requeridos y contaminaciones rituales. Ahora podían comer cualquier cosa con cualquier persona. Antes de Cristo, no podían rendir culto juntos. Un gentil no podía adorar a plenitud en el templo judío; y un judío no debía rendir culto en un templo pagano. En Cristo, ambos ahora adoraban juntos y no necesitaban de templo u otro lugar sagrado para santificar el culto. Todas las distinciones y requerimientos ceremoniales fueron quitados de en medio (cp. Hch. 10:9-16; 11:17-18; Col. 2:16-17), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz. El énfasis se hace de nuevo, en sí mismo, para afirmar que esta nueva unidad solo puede ocurrir cuando los hombres son unidos en la persona del Señor Jesucristo.
Cristo derribó para siempre (la traducción hizo uno... derribando, alude al tiempo aoristo en griego que indica una acción finalizada) todas las paredes de separación aboliendo en Su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas. Cuando Jesús murió en la cruz, abolió todas las barreras entre el hombre y Dios y entre el hombre y sus semejantes. La barrera más grande entre judíos y gentiles era la ley ceremonial: la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas. Las festividades, sacrificios, ofrendas, leyes de limpieza y purificación, y todos los demás mandamientos externos y distintivos para la separación única de Israel frente al resto de naciones, fueron abolidos por completo. Por otro lado, el hecho de que la ley moral de Dios nunca fue abolida queda claro en la frase "expresados en ordenanzas". Su ley moral refleja su propia naturaleza santa; y por ende nunca puede cambiar (cp. Mt. 5:17-19). Esa es la ley que para los judíos se resumía en los diez mandamientos y para todos los hombres está escrita en sus corazones (Ro. 2:15) y en todo caso es un imperativo moral que también se les manda obedecer (Mt. 22:3740; Ro. 13:8-10). Jesús resumió la ley moral de Dios con la declaración: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como Yo os he amado, que también os améis unos a otros" (Jn. 13:34). Los diez mandamientos, al igual que todas las leyes morales de Dios, apenas son la expresión estructurada y particularizada del amor que Dios requiere (Stg. 2:8). Todas las leyes ceremoniales que distinguieron y separaron a los judíos de los gentiles fueron obliteradas. Antes de Cristo, esos dos grupos no podían comer juntos a causa de alimentos restringidos, lavamientos requeridos y contaminaciones rituales. Ahora podían comer cualquier cosa con cualquier persona. Antes de Cristo, no podían rendir culto juntos. Un gentil no podía adorar a plenitud en el templo judío; y un judío no debía rendir culto en un templo pagano. En Cristo, ambos ahora adoraban juntos y no necesitaban de templo u otro lugar sagrado para santificar el culto. Todas las distinciones y requerimientos ceremoniales fueron quitados de en medio (cp. Hch. 10:9-16; 11:17-18; Col. 2:16-17), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz. El énfasis se hace de nuevo, en sí mismo, para afirmar que esta nueva unidad solo puede ocurrir cuando los hombres son unidos en la persona del Señor Jesucristo.
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