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CAP 9 MARXISMO VS POSMODERNISMO
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CAP 9 - MARXISMO VS. POSMODERNISMO
El posmodernismo es una corriente teórica cuyo eje central es la lucha contra el marxismo. En ese rol ha brindado enormes servicios a la reacción.
En el año 1984 se iba la dictadura militar dejando una Argentina desgarrada por el genocidio. En ese marco se presentaba en las Facultades de Ciencias Sociales y Humanísticas del país un nuevo frente teórico, el posmodernismo, de la mano de los autores del “estructuralismo francés”. Definéndose contrarios a la “verdad única” (que en esos años tenía el rostro de la dictadura) apuntaban sus cañones contra el marxismo. ¿Qué tienen en común los estructuralistas? Todos postulan una estructura fundamental de la sociedad, alojada en el psiquismo humano y eliminan la producción material y las relaciones de producción de la centralidad que descubre el marxismo. “El pensamiento salvaje” en 1962 es el pensamiento de Claude Levi Strauss que inaugura esta corriente. Levi Strauss plantea que la prohibición del incesto es la estructura central para explicar el devenir social. Sigue a Sigmund Freud en su “Totem y tabú”, donde plantea un mito según el cual un protopadre de la horda primitiva habría expulsado a los machos competidores quedándose con las hembras de la horda. Los machos expulsados vuelven, asesinan y se comen al protopadre y con ello internalizan la “ley del padre”. En una tarde de festín caníbal nace el psiquismo moderno, escindido por la prohibición del deseo incestuoso y con esa energía libidinal inhibida en su expresión se construye la cultura humana. Nada mal para un almuerzo en una tarde: la cultura sería producto de deseos incestuosos reprimidos.
Michel Foucault pone como estructura central el “saber – poder”. Causa incausada de todo lo social, el “saber – poder”, heredero de la “voluntad de poder” de Friedrich Nietzsche, no reconoce ninguna determinación de clase. Por lo tanto, (dado que “el poder no tiene centro, sino que circula”) afecta tanto a Donald Trump como a la portera del colegio, tal es la conclusión final de los llamados estudios de “microfísica del poder” foucaultianos.
En Jacques Lacan la estructura es el lenguaje, entendido no como un producto de la práctica humana en un mundo objetivo sino como un sistema escindido de la práctica y la realidad. El sujeto atrapado en las redes del lenguaje no puede conocer la realidad ni conectarse con el semejante. Es un “sujeto sujetado”. La “exorbitancia del lenguaje” es una de las características del estructuralismo que define el historiador inglés Perry Anderson en su texto “Tras las huellas del materialismo histórico”.
Otra de las características que señala Anderson es la “accidentalización de la historia”, la historia no tiene ningún sentido (un progresismo sin modelo de progreso). En ese sentido Levi Strauss, con su “relativismo social” dio línea a las corrientes autodenominadas “descolonización” o “decolonialidad”, que definen que el marxismo es un pensamiento eurocentrista que no se condice con el modo de ser latinoamericano. Son los autoproclamados intérpretes de la pachamama. Estos teóricos (Boaventura de Sousa Santos) expresan lo mismo que decían los más sanguinarios dictadores (el marxismo es una ideología foránea) pero en clave “progre”. Lo que molesta del marxismo es la teoría de la plusvalía que demuestra al capitalismo como un sistema de robo a la clase trabajadora.
Para muestra un botón: Michel Foucault, el hoy reputado de progresista pensador francés, utiliza su última clase en el College de France, de fecha 17/03/1976 para definir al marxismo como un “racismo de clase”.
Hay que destacar que el posmodernismo atacó en puntos débiles del marxismo. Un ejemplo de ello es la concepción marxista del ser humano. Allí en el siglo XX se coló el psicoanálisis mediante esa mixtura esteril denominada “freudomarxismo”. Es preciso volver al desarrollo teórico para dejar en el pasado la charca posmoderna. De esto hablaremos en el próximo video.
El posmodernismo es una corriente teórica cuyo eje central es la lucha contra el marxismo. En ese rol ha brindado enormes servicios a la reacción.
En el año 1984 se iba la dictadura militar dejando una Argentina desgarrada por el genocidio. En ese marco se presentaba en las Facultades de Ciencias Sociales y Humanísticas del país un nuevo frente teórico, el posmodernismo, de la mano de los autores del “estructuralismo francés”. Definéndose contrarios a la “verdad única” (que en esos años tenía el rostro de la dictadura) apuntaban sus cañones contra el marxismo. ¿Qué tienen en común los estructuralistas? Todos postulan una estructura fundamental de la sociedad, alojada en el psiquismo humano y eliminan la producción material y las relaciones de producción de la centralidad que descubre el marxismo. “El pensamiento salvaje” en 1962 es el pensamiento de Claude Levi Strauss que inaugura esta corriente. Levi Strauss plantea que la prohibición del incesto es la estructura central para explicar el devenir social. Sigue a Sigmund Freud en su “Totem y tabú”, donde plantea un mito según el cual un protopadre de la horda primitiva habría expulsado a los machos competidores quedándose con las hembras de la horda. Los machos expulsados vuelven, asesinan y se comen al protopadre y con ello internalizan la “ley del padre”. En una tarde de festín caníbal nace el psiquismo moderno, escindido por la prohibición del deseo incestuoso y con esa energía libidinal inhibida en su expresión se construye la cultura humana. Nada mal para un almuerzo en una tarde: la cultura sería producto de deseos incestuosos reprimidos.
Michel Foucault pone como estructura central el “saber – poder”. Causa incausada de todo lo social, el “saber – poder”, heredero de la “voluntad de poder” de Friedrich Nietzsche, no reconoce ninguna determinación de clase. Por lo tanto, (dado que “el poder no tiene centro, sino que circula”) afecta tanto a Donald Trump como a la portera del colegio, tal es la conclusión final de los llamados estudios de “microfísica del poder” foucaultianos.
En Jacques Lacan la estructura es el lenguaje, entendido no como un producto de la práctica humana en un mundo objetivo sino como un sistema escindido de la práctica y la realidad. El sujeto atrapado en las redes del lenguaje no puede conocer la realidad ni conectarse con el semejante. Es un “sujeto sujetado”. La “exorbitancia del lenguaje” es una de las características del estructuralismo que define el historiador inglés Perry Anderson en su texto “Tras las huellas del materialismo histórico”.
Otra de las características que señala Anderson es la “accidentalización de la historia”, la historia no tiene ningún sentido (un progresismo sin modelo de progreso). En ese sentido Levi Strauss, con su “relativismo social” dio línea a las corrientes autodenominadas “descolonización” o “decolonialidad”, que definen que el marxismo es un pensamiento eurocentrista que no se condice con el modo de ser latinoamericano. Son los autoproclamados intérpretes de la pachamama. Estos teóricos (Boaventura de Sousa Santos) expresan lo mismo que decían los más sanguinarios dictadores (el marxismo es una ideología foránea) pero en clave “progre”. Lo que molesta del marxismo es la teoría de la plusvalía que demuestra al capitalismo como un sistema de robo a la clase trabajadora.
Para muestra un botón: Michel Foucault, el hoy reputado de progresista pensador francés, utiliza su última clase en el College de France, de fecha 17/03/1976 para definir al marxismo como un “racismo de clase”.
Hay que destacar que el posmodernismo atacó en puntos débiles del marxismo. Un ejemplo de ello es la concepción marxista del ser humano. Allí en el siglo XX se coló el psicoanálisis mediante esa mixtura esteril denominada “freudomarxismo”. Es preciso volver al desarrollo teórico para dejar en el pasado la charca posmoderna. De esto hablaremos en el próximo video.
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