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❗3 ERRORES que SUBEN la GLUCOSA 📈 (y afectan tu diabetes)
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Aprende sobre 3 errores comunes que suben la glucosa. Puedes ir directamente
0:50 ¿Miel es mejor que azúcar?
3:01 Clave para que el ejercicio baje la glucosa
4:59 ¿El sueño impacta la glucosa?
SOMOS ESPECIALISTAS EN DIABETES!
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☎️ (55) 4742 6420
En nuestra búsqueda de opciones más saludables que el azúcar blanco, muchos de nosotros nos hemos vuelto hacia endulzantes naturales como la miel y el agave, pensando que son alternativas más seguras para la glucosa en sangre. Sin embargo, aunque son naturales, estos edulcorantes contienen altos niveles de fructosa y otros carbohidratos que pueden afectar nuestros niveles de glucosa.
La miel, un edulcorante clásico, es conocida por sus propiedades antibacterianas y antioxidantes, pero también es rica en fructosa. A pesar de sus beneficios para la salud, la miel eleva el azúcar en sangre, aunque a un ritmo ligeramente más lento que el azúcar blanco. Esto significa que, aunque puede ser más saludable en algunos aspectos, la miel no es necesariamente una opción segura para aquellos que necesitan controlar su glucosa.
Mientras estos endulzantes naturales pueden ofrecer ciertos beneficios nutricionales, no son "libres" de impacto en los niveles de glucosa. Al igual que con cualquier carbohidrato, su consumo debe ser moderado, especialmente en personas con diabetes o prediabetes. Siempre es recomendable leer las etiquetas de los alimentos y estar atento a la cantidad total de carbohidratos, no solo al tipo de endulzante utilizado.
Incorporar una hora de ejercicio en nuestra rutina diaria es definitivamente beneficioso para la salud, pero no es una licencia para permanecer inactivos el resto del día. La actividad física regular es crucial para mantener un metabolismo saludable, mejorar la resistencia a la insulina y controlar los niveles de glucosa en sangre, especialmente en personas con diabetes o prediabetes. Sin embargo, el ejercicio no contrarresta por completo los efectos negativos de un estilo de vida sedentario.
Estar sentado por periodos prolongados, incluso si se hace ejercicio diariamente, se asocia con riesgos para la salud como enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y obesidad. Es importante distribuir la actividad física a lo largo del día, incorporando hábitos como caminar después de las comidas, usar las escaleras en lugar del ascensor y realizar pausas activas para estirarse o caminar durante el trabajo. Estas prácticas ayudan a mantener el metabolismo activo y a promover un mejor control del azúcar en sangre, complementando así los beneficios de esa hora de ejercicio y contribuyendo a un estilo de vida integralmente activo y saludable.
El sueño desempeña un papel crucial en la regulación de varios procesos metabólicos, incluyendo el control de la glucosa en sangre y la sensibilidad a la insulina. La falta de sueño, ya sea en cantidad o calidad, puede tener efectos significativos en estos procesos, resultando en un aumento de los niveles de glucosa en personas con o sin diabetes.
Cuando dormimos menos de lo necesario, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales que pueden llevar a un aumento en la resistencia a la insulina. La insulina es la hormona que ayuda a nuestras células a absorber glucosa de la sangre. Si nuestro cuerpo se vuelve menos sensible a la insulina, es decir, más resistente, necesitamos más insulina para hacer el mismo trabajo. Esto puede poner una presión adicional en el páncreas y, con el tiempo, puede conducir a niveles más altos de glucosa en sangre.
Además, la falta de sueño puede aumentar los niveles de hormonas del estrés como el cortisol, que a su vez puede aumentar la producción de glucosa en el hígado. También puede afectar nuestras decisiones alimenticias, llevándonos a preferir alimentos más ricos en azúcar y carbohidratos, lo que contribuye a un mayor consumo de calorías y posibles aumentos en los niveles de glucosa.
Para las personas con diabetes, es especialmente importante priorizar un sueño de buena calidad. Esto significa no solo dormir una cantidad suficiente de horas, sino también asegurarse de que el sueño sea reparador y sin interrupciones. Algunas estrategias para mejorar la calidad del sueño incluyen mantener un horario regular de sueño, crear un ambiente propicio para dormir (oscuro, silencioso y fresco), y evitar la exposición a pantallas y comidas pesadas antes de acostarse.
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En nuestra búsqueda de opciones más saludables que el azúcar blanco, muchos de nosotros nos hemos vuelto hacia endulzantes naturales como la miel y el agave, pensando que son alternativas más seguras para la glucosa en sangre. Sin embargo, aunque son naturales, estos edulcorantes contienen altos niveles de fructosa y otros carbohidratos que pueden afectar nuestros niveles de glucosa.
La miel, un edulcorante clásico, es conocida por sus propiedades antibacterianas y antioxidantes, pero también es rica en fructosa. A pesar de sus beneficios para la salud, la miel eleva el azúcar en sangre, aunque a un ritmo ligeramente más lento que el azúcar blanco. Esto significa que, aunque puede ser más saludable en algunos aspectos, la miel no es necesariamente una opción segura para aquellos que necesitan controlar su glucosa.
Mientras estos endulzantes naturales pueden ofrecer ciertos beneficios nutricionales, no son "libres" de impacto en los niveles de glucosa. Al igual que con cualquier carbohidrato, su consumo debe ser moderado, especialmente en personas con diabetes o prediabetes. Siempre es recomendable leer las etiquetas de los alimentos y estar atento a la cantidad total de carbohidratos, no solo al tipo de endulzante utilizado.
Incorporar una hora de ejercicio en nuestra rutina diaria es definitivamente beneficioso para la salud, pero no es una licencia para permanecer inactivos el resto del día. La actividad física regular es crucial para mantener un metabolismo saludable, mejorar la resistencia a la insulina y controlar los niveles de glucosa en sangre, especialmente en personas con diabetes o prediabetes. Sin embargo, el ejercicio no contrarresta por completo los efectos negativos de un estilo de vida sedentario.
Estar sentado por periodos prolongados, incluso si se hace ejercicio diariamente, se asocia con riesgos para la salud como enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y obesidad. Es importante distribuir la actividad física a lo largo del día, incorporando hábitos como caminar después de las comidas, usar las escaleras en lugar del ascensor y realizar pausas activas para estirarse o caminar durante el trabajo. Estas prácticas ayudan a mantener el metabolismo activo y a promover un mejor control del azúcar en sangre, complementando así los beneficios de esa hora de ejercicio y contribuyendo a un estilo de vida integralmente activo y saludable.
El sueño desempeña un papel crucial en la regulación de varios procesos metabólicos, incluyendo el control de la glucosa en sangre y la sensibilidad a la insulina. La falta de sueño, ya sea en cantidad o calidad, puede tener efectos significativos en estos procesos, resultando en un aumento de los niveles de glucosa en personas con o sin diabetes.
Cuando dormimos menos de lo necesario, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales que pueden llevar a un aumento en la resistencia a la insulina. La insulina es la hormona que ayuda a nuestras células a absorber glucosa de la sangre. Si nuestro cuerpo se vuelve menos sensible a la insulina, es decir, más resistente, necesitamos más insulina para hacer el mismo trabajo. Esto puede poner una presión adicional en el páncreas y, con el tiempo, puede conducir a niveles más altos de glucosa en sangre.
Además, la falta de sueño puede aumentar los niveles de hormonas del estrés como el cortisol, que a su vez puede aumentar la producción de glucosa en el hígado. También puede afectar nuestras decisiones alimenticias, llevándonos a preferir alimentos más ricos en azúcar y carbohidratos, lo que contribuye a un mayor consumo de calorías y posibles aumentos en los niveles de glucosa.
Para las personas con diabetes, es especialmente importante priorizar un sueño de buena calidad. Esto significa no solo dormir una cantidad suficiente de horas, sino también asegurarse de que el sueño sea reparador y sin interrupciones. Algunas estrategias para mejorar la calidad del sueño incluyen mantener un horario regular de sueño, crear un ambiente propicio para dormir (oscuro, silencioso y fresco), y evitar la exposición a pantallas y comidas pesadas antes de acostarse.
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