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24-7 Asalto al Sueño - Capitulo 1 [1 a 28]

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Página 1.
24-7, Capitalismo, el Asalto al Sueño, por Jonathan Crary.
Capítulo 1.
Cualquiera que haya vivido en la Costa Oeste de América del Norte sabe perfectamente que, cada año, cientos de especies de pájaros migran hacia el norte y hacia el sur a lo largo de esa franja continental. Una de ellas es el gorrión de corona blanca. En el otoño, su ruta lo lleva desde Alaska hasta el norte de México y luego, en primavera, de regreso al norte. A diferencia de la mayoría de las otras aves, este tipo de gorrión tiene una capacidad muy inusual para permanecer despierto hasta al menos siete días durante la migración. Esta habilidad temporal le permite volar de noche y buscar alimento de día, sin descansar un instante. Durante los últimos cinco años, el Departamento de Defensa de Estados Unidos dedicó grandes sumas de dinero a estudiar estas criaturas. Gracias a los fondos públicos de investigación de varios centros, en especial los de la Universidad de Madison en Wisconsin, han focalizado sus estudios en la actividad cerebral de estas aves durante estos largos períodos de vigilia, con la esperanza de adquirir conocimiento aplicable a los seres humanos.
El objetivo es descubrir formas de hacer posible que la gente permanezca sin dormir y, a la vez, que funcione de manera productiva y eficiente. El propósito inicial es sencillamente la creación de un soldado insomne, y el proyecto de estudiar al gorrión de corona blanca es solo una pequeña parte de un esfuerzo militar más amplio, dedicado a alcanzar cierto dominio sobre el sueño de los seres humanos. A partir de una iniciativa de la División de Investigación Avanzada del Pentágono (DARPA, en sus siglas en inglés), los científicos llevan adelante, en varios laboratorios, experimentos con técnicas de restricción del sueño que incluyen neuroquímicos, terapia genética y estimulación magnética transcraneal. A corto plazo, lo que se busca es desarrollar métodos para permitir que un combatiente se mantenga, como mínimo, siete días sin dormir y, a largo plazo, tal vez el doble de ese tiempo, preservando, a su vez, un alto nivel de rendimiento físico y mental.
24-7, Capitalismo, el Asalto al Sueño, por Jonathan Crary.
Capítulo 1.
Cualquiera que haya vivido en la Costa Oeste de América del Norte sabe perfectamente que, cada año, cientos de especies de pájaros migran hacia el norte y hacia el sur a lo largo de esa franja continental. Una de ellas es el gorrión de corona blanca. En el otoño, su ruta lo lleva desde Alaska hasta el norte de México y luego, en primavera, de regreso al norte. A diferencia de la mayoría de las otras aves, este tipo de gorrión tiene una capacidad muy inusual para permanecer despierto hasta al menos siete días durante la migración. Esta habilidad temporal le permite volar de noche y buscar alimento de día, sin descansar un instante. Durante los últimos cinco años, el Departamento de Defensa de Estados Unidos dedicó grandes sumas de dinero a estudiar estas criaturas. Gracias a los fondos públicos de investigación de varios centros, en especial los de la Universidad de Madison en Wisconsin, han focalizado sus estudios en la actividad cerebral de estas aves durante estos largos períodos de vigilia, con la esperanza de adquirir conocimiento aplicable a los seres humanos.
El objetivo es descubrir formas de hacer posible que la gente permanezca sin dormir y, a la vez, que funcione de manera productiva y eficiente. El propósito inicial es sencillamente la creación de un soldado insomne, y el proyecto de estudiar al gorrión de corona blanca es solo una pequeña parte de un esfuerzo militar más amplio, dedicado a alcanzar cierto dominio sobre el sueño de los seres humanos. A partir de una iniciativa de la División de Investigación Avanzada del Pentágono (DARPA, en sus siglas en inglés), los científicos llevan adelante, en varios laboratorios, experimentos con técnicas de restricción del sueño que incluyen neuroquímicos, terapia genética y estimulación magnética transcraneal. A corto plazo, lo que se busca es desarrollar métodos para permitir que un combatiente se mantenga, como mínimo, siete días sin dormir y, a largo plazo, tal vez el doble de ese tiempo, preservando, a su vez, un alto nivel de rendimiento físico y mental.