78 El Banquete de La Boda (The Wedding’s Feast)

Estatus: Disponible

Fecha: 8-12-2020
Tamaño: 1.50x1.00m
Técnica: Acrílico sobre Tela

La pieza está basada en dos versos del Libro de Ezequiel:

“Habla y di: Así dice el Señor DIOS: 'He aquí, estoy contra ti, Faraón, rey de Egipto, el gran monstruo que yace en medio de sus ríos, que ha dicho: Mío es el Nilo, yo mismo me lo hice. 'Pondré garfios en tus quijadas, y haré que se peguen los peces de tus ríos a tus escamas; te sacaré de en medio de tus ríos, con todos los peces de tus ríos pegados a tus escamas.” (Ezequiel 29:3-4)

Dios, con Su mano fuerte, engancha la quijada del Leviatán, la quijada del terrible monstruo que vive en el fondo del impredecible mar del corazón del hombre. La semilla de la serpiente, sembrada en el hombre en el Edén, ha alcanzado su madurez en esta horrible criatura, y Dios la expone abiertamente para que todo el mundo la vea.

Pero la reacción del mundo es sorprendente: Corren a salvarla. Habiendo vivido todo este tiempo con la bestia, ahora no pueden vivir sin ella, así que corren a salvarla, corren a hacer todo lo que puedan hacer para preservarla, para que permanezca para siempre, porque para ellos la salvación del monstruo es la salvación de sus propias vidas, por lo cual tendrán también el mismo destino.

Detrás, a la distancia, se ven dos ciudades: A la izquierda, La Ciudad del Hombre, la máxima expresión de lo que la autojustificación del ser humano puede producir, ahora en ruinas arde en llamas, cosechando lo que sembró, recogiendo el fruto maduro del árbol del conocimiento del bien y del mal.

A la derecha, La Ciudad de Dios, establecida en la cima de una montaña muy alta, es vestida de blanco desde el Cielo, con “actos de justicia”, como una novia se viste para su boda.

El caballo de Jesús aparece en el cielo, manchado con la sangre de sus enemigos, para anunciar que “¡Ya Llega el Esposo!”, y el sol se pone negro, y la luna sangra mientras un ángel llama a las aves del cielo a que vengan la cena de las bodas del Cordero (¡¡¡¿Qué?!!!):

“Venid, congregaos para la gran cena de Dios, para que comáis carne de reyes, carne de comandantes y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos los hombres, libres y esclavos, pequeños y grandes.” (Apocalipsis 19:17-18)

Para Dios esto no es sorpresa, de hecho, esto es exactamente lo que Él había estado planeando desde el principio. Bienaventurados los que son invitados a las Cenas de las Bodas del Cordero, estas son palabras verdaderas de Dios… y bienaventurado el que no se escandalice de Él.

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