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Sara Montiel - Nostalgias (“Mi último tango, 1960)

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Tras haber rescatado del olvido los viejos cuplés en "El último cuplé" (1957) y "La violetera" (1958), hacer sus particulares versiones de algunas coplas inmortales en "Carmen la de Ronda" (1959) y grabar un disco de boleros y otro de ritmos más modernos titulados "Baile con Sara Montiel" (1959) y “Besos de fuego” (1960) respectivamente, la carrera de la artista continuaba imparable tanto en el cine como en el disco. En 1960 le llegó el turno a la música popular argentina, protagonizando su siguiente taquillazo: “Mi último tango”, de Luis César Amadori. Ese mismo año viajó a Buenos Aires para promocionar aquella producción acompañada entre otros por su representante de entonces Enrique Herreros y por el maestro Juan Solano, uno de los responsables de su inesperado debut como cantante profesional. Estaba prevista su actuación en el teatro Maipo de la capital durante tres días, siendo ésta una de sus primeras presentaciones personales como cantante en esta etapa. El éxito fue tal que tuvo que quedarse durante tres meses, teniendo que interrumpir su estancia allí por el inminente inicio del rodaje de "Pecado de amor" (1961). La calurosa acogida como tanguista hizo que en las ediciones de sus discos en Argentina apareciera con el pseudónimo de La Gardelita. Con el tiempo recordaría esa experiencia como una de las mejores de su trayectoria profesional.
En 1971 la matriz de “El tango” se deterioró hasta el punto de dejar fuera de fasis casi todos los registros. Astor Piazzola, que también figuraba en la nómina de Hispavox, se ofreció a recuperar el sonido del bandoneón y del quinteto junto a Gregorio García Segura. Sin embargo la voz de Sara Montiel se había perdido entre la orquestación. Aún así el disco se fue reeditado en Japón y Brasil en tales condiciones. No fue hasta 1977 gracias a la llegada del Dolby cuando se pudo reparar completamente el sonido.
«Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir.
Y aquí vengo para eso,
pa borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas.
Si su amor fue flor de un día,
¿por qué causa es siempre mía
esa cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más lo vuelvo a recordar.
Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración.
Angustia
de sentirme abandonada
y pensar que a otra a su lado
pronto, pronto le hablará de amor.
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir.
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.
Angustia
de sentirme abandonada
y pensar que a otra a su lado
pronto, pronto le hablará de amor.
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir.
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.»
En 1971 la matriz de “El tango” se deterioró hasta el punto de dejar fuera de fasis casi todos los registros. Astor Piazzola, que también figuraba en la nómina de Hispavox, se ofreció a recuperar el sonido del bandoneón y del quinteto junto a Gregorio García Segura. Sin embargo la voz de Sara Montiel se había perdido entre la orquestación. Aún así el disco se fue reeditado en Japón y Brasil en tales condiciones. No fue hasta 1977 gracias a la llegada del Dolby cuando se pudo reparar completamente el sonido.
«Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir.
Y aquí vengo para eso,
pa borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas.
Si su amor fue flor de un día,
¿por qué causa es siempre mía
esa cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más lo vuelvo a recordar.
Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración.
Angustia
de sentirme abandonada
y pensar que a otra a su lado
pronto, pronto le hablará de amor.
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir.
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.
Angustia
de sentirme abandonada
y pensar que a otra a su lado
pronto, pronto le hablará de amor.
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir.
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.»
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