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Fernando Pessoa - He pedido muy poco a la vida
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Fernando Pessoa
Libro del desasosiego
He pedido muy poco a la vida
Título original: Livro do Desassossego
Fernando Pessoa, 2003
Traducción y edición: Manuel Moya
Fragmento [517]
Leído por Luigi Maria Corsanico
Bach-Busoni, Chorale Prelude BWV 639
Grigori Sokolov
*************************************
He pedido muy muy poco a la vida, pero lo poco que he pedido me lo ha negado. Una racha del sol, un campo cercano, un poco de sosiego junto a un trozo de pan, no dolerme mucho el saber que existo, y nada exigir a los demás ni que ellos me exijan nada a mí. Pero aun así, también eso me ha sido negado, como quien niega una limosna no por falta de buena voluntad, sino por no desabrocharse la chaqueta.
Escribo con tristeza en mi cuarto apacible, solo como siempre estuve, solo como siempre estaré. Y pienso en si mi voz, tan poca cosa en apariencia, no acabará encarnando la sustancia de millares de voces, el hambre de expresión de millares de vidas, la paciencia de millares de almas sumisas como la mía ante el destino cotidiano, el sueño inútil, y la insensata esperanza. En estos momentos, mi corazón late con más fuerza por la conciencia que tengo de él. Vivo más porque vivo a más altura. Siento en mi persona una fuerza religiosa, una especie de oración, algo parecido al clamor. Pero la reacción contra mí mismo me llega desde la inteligencia… Me veo en el cuarto piso de la Rua dos Douradores, me siento con sueño. Observo el papel escrito a medias, mientras la vida carece de belleza y suelto el cigarro barato sobre el papel usado. Aquí sigo, en este cuarto piso, interpelando a la vida, dando voz a las almas, prosificando como los genios y las celebridades. ¡Yo aquí, así…!
Libro del desasosiego
He pedido muy poco a la vida
Título original: Livro do Desassossego
Fernando Pessoa, 2003
Traducción y edición: Manuel Moya
Fragmento [517]
Leído por Luigi Maria Corsanico
Bach-Busoni, Chorale Prelude BWV 639
Grigori Sokolov
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He pedido muy muy poco a la vida, pero lo poco que he pedido me lo ha negado. Una racha del sol, un campo cercano, un poco de sosiego junto a un trozo de pan, no dolerme mucho el saber que existo, y nada exigir a los demás ni que ellos me exijan nada a mí. Pero aun así, también eso me ha sido negado, como quien niega una limosna no por falta de buena voluntad, sino por no desabrocharse la chaqueta.
Escribo con tristeza en mi cuarto apacible, solo como siempre estuve, solo como siempre estaré. Y pienso en si mi voz, tan poca cosa en apariencia, no acabará encarnando la sustancia de millares de voces, el hambre de expresión de millares de vidas, la paciencia de millares de almas sumisas como la mía ante el destino cotidiano, el sueño inútil, y la insensata esperanza. En estos momentos, mi corazón late con más fuerza por la conciencia que tengo de él. Vivo más porque vivo a más altura. Siento en mi persona una fuerza religiosa, una especie de oración, algo parecido al clamor. Pero la reacción contra mí mismo me llega desde la inteligencia… Me veo en el cuarto piso de la Rua dos Douradores, me siento con sueño. Observo el papel escrito a medias, mientras la vida carece de belleza y suelto el cigarro barato sobre el papel usado. Aquí sigo, en este cuarto piso, interpelando a la vida, dando voz a las almas, prosificando como los genios y las celebridades. ¡Yo aquí, así…!
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