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Deshidratación: cuáles son los síntomas, quién está en riesgo y cómo tratarla y prevenirla
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La deshidratación ocurre cuando se pierde más líquido del que se ingiere, y el cuerpo no tiene la suficiente cantidad de agua y otros fluidos para llevar a cabo sus funciones normales.
Los síntomas de la deshidratación suelen manifestarse mediante una sensación de boca seca y pegajosa, sed, piel seca, somnolencia, disminución del gasto urinario, dolor de cabeza, mareos, estreñimiento, falta de sudoración, piel arrugada, presión arterial baja, latidos cardíacos rápidos, respiración rápida, y hasta delirio o inconsciencia.
Por desgracia, la sed no siempre es un indicador fiable de la necesidad del cuerpo de ingerir agua, sobre todo en niños y adultos mayores.
A veces, la deshidratación se produce por razones simples, como no beber lo suficiente, por estar enfermo, o porque no se tiene acceso a agua potable segura. Otras causas de deshidratación pueden ser las diarreas y los vómitos, la fiebre, la sudoración excesiva y el aumento de la micción.
Si bien cualquier persona corre el riesgo de deshidratarse en caso de perder demasiados líquidos, existe un peligro mayor para ciertos grupos, tales como los bebés y los niños, los adultos mayores, las personas con enfermedades crónicas, los atletas de resistencia, las personas que viven en altitudes elevadas y las personas que trabajan o hacen ejercicio al aire libre en lugares calurosos y húmedos.
Tenga presente que existen diversos tipos de deshidratación, asociados a la relación que se da entre la pérdida de solutos y electrolitos y la pérdida de agua. Así, la deshidratación isotónica es aquella en donde la pérdida de agua es similar a la de solutos, mientras que la deshidratación hipertónica es cuando la pérdida de agua es mayor que la de solutos. En tanto, la deshidratación hipotónica refiere a una mayor pérdida de sodio que de agua.
Cuando se pierde demasiada agua, el organismo puede quedar desequilibrado. La deshidratación puede derivar en complicaciones serias, como una inflamación del cerebro, convulsiones, shock hipovolémico, insuficiencia renal, coma y la deshidratación severa puede llevar a la muerte. Por eso, resulta importante controlar cuidadosamente la administración de líquidos y acudir con rapidez al médico en caso de que aparezca algún síntoma.
Por lo general, el profesional de la salud puede diagnosticar la deshidratación sobre una base de signos físicos y síntomas específicos sin demasiada complejidad, aunque, para confirmar el diagnóstico, también resulta posible que se sustente en otras pruebas, tales como análisis de sangre y análisis de orina.
Tenga en cuenta que el único tratamiento efectivo para la deshidratación es reponer los líquidos y electrolitos perdidos, y que la recuperación dependerá siempre de la edad, la gravedad de la deshidratación y su causa. De esta manera, la deshidratación en niños enfermos puede ser tratada con una solución oral de electrolitos, que contiene agua y sales en proporciones específicas para reponer ambos fluidos y electrólitos.
Incluso, en una situación de emergencia, usted puede hacer su propia solución de rehidratación oral mediante la mezcla de media cucharadita de sal, seis cucharaditas rasas de azúcar y 1 litro de agua potable.
En tanto, la mayoría de los adultos y atletas puede solucionar el problema de la deshidratación aumentando la ingesta de agua, aunque de padecer una deshidratación severa, tal vez deban ser asistidos y recibir hidratación a través de vía intravenosa.
Por eso, es importante que beba mucho líquido y que coma alimentos con un alto contenido de agua, como las frutas y las verduras. Así, logrará prevenir la deshidratación y evitar ciertas complicaciones más o menos complejas que pueden derivar de la pérdida de fluidos esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Los síntomas de la deshidratación suelen manifestarse mediante una sensación de boca seca y pegajosa, sed, piel seca, somnolencia, disminución del gasto urinario, dolor de cabeza, mareos, estreñimiento, falta de sudoración, piel arrugada, presión arterial baja, latidos cardíacos rápidos, respiración rápida, y hasta delirio o inconsciencia.
Por desgracia, la sed no siempre es un indicador fiable de la necesidad del cuerpo de ingerir agua, sobre todo en niños y adultos mayores.
A veces, la deshidratación se produce por razones simples, como no beber lo suficiente, por estar enfermo, o porque no se tiene acceso a agua potable segura. Otras causas de deshidratación pueden ser las diarreas y los vómitos, la fiebre, la sudoración excesiva y el aumento de la micción.
Si bien cualquier persona corre el riesgo de deshidratarse en caso de perder demasiados líquidos, existe un peligro mayor para ciertos grupos, tales como los bebés y los niños, los adultos mayores, las personas con enfermedades crónicas, los atletas de resistencia, las personas que viven en altitudes elevadas y las personas que trabajan o hacen ejercicio al aire libre en lugares calurosos y húmedos.
Tenga presente que existen diversos tipos de deshidratación, asociados a la relación que se da entre la pérdida de solutos y electrolitos y la pérdida de agua. Así, la deshidratación isotónica es aquella en donde la pérdida de agua es similar a la de solutos, mientras que la deshidratación hipertónica es cuando la pérdida de agua es mayor que la de solutos. En tanto, la deshidratación hipotónica refiere a una mayor pérdida de sodio que de agua.
Cuando se pierde demasiada agua, el organismo puede quedar desequilibrado. La deshidratación puede derivar en complicaciones serias, como una inflamación del cerebro, convulsiones, shock hipovolémico, insuficiencia renal, coma y la deshidratación severa puede llevar a la muerte. Por eso, resulta importante controlar cuidadosamente la administración de líquidos y acudir con rapidez al médico en caso de que aparezca algún síntoma.
Por lo general, el profesional de la salud puede diagnosticar la deshidratación sobre una base de signos físicos y síntomas específicos sin demasiada complejidad, aunque, para confirmar el diagnóstico, también resulta posible que se sustente en otras pruebas, tales como análisis de sangre y análisis de orina.
Tenga en cuenta que el único tratamiento efectivo para la deshidratación es reponer los líquidos y electrolitos perdidos, y que la recuperación dependerá siempre de la edad, la gravedad de la deshidratación y su causa. De esta manera, la deshidratación en niños enfermos puede ser tratada con una solución oral de electrolitos, que contiene agua y sales en proporciones específicas para reponer ambos fluidos y electrólitos.
Incluso, en una situación de emergencia, usted puede hacer su propia solución de rehidratación oral mediante la mezcla de media cucharadita de sal, seis cucharaditas rasas de azúcar y 1 litro de agua potable.
En tanto, la mayoría de los adultos y atletas puede solucionar el problema de la deshidratación aumentando la ingesta de agua, aunque de padecer una deshidratación severa, tal vez deban ser asistidos y recibir hidratación a través de vía intravenosa.
Por eso, es importante que beba mucho líquido y que coma alimentos con un alto contenido de agua, como las frutas y las verduras. Así, logrará prevenir la deshidratación y evitar ciertas complicaciones más o menos complejas que pueden derivar de la pérdida de fluidos esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
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