ESCRITUBRE 2024: Tierra, reto 3

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¿Listos para despedirse con todas las de la ley de la TIERRA?
Último reto...
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La Sangre Que Llama.

La lluvia cae implacable, disolviendo lo que queda de mí. Bajo esta tierra empapada, mi cuerpo, reducido a huesos, permanece en silencio, roto por manos crueles. Este fango es mi refugio forzado, la tumba donde mis captores intentaron sepultarme en el olvido. Mi madre me busca, y aunque no puedo hablarle, la siento. Mis huesos, aún impregnados de la sangre que me queda, la llaman.

Camina sobre mí, sus pasos se hunden en el fango que me esconde. No se rinde; sus manos, desgarradas y sucias, escarban el barro que cubre este refugio maldito. El fango se aferra a su piel, pero ella lo ignora. La lluvia se confunde con sus lágrimas, las mismas que han regado la esperanza durante años.

"Madre", susurro desde el silencio de mis restos. El barro no me calla; es la sangre que aún susurra su nombre lo que la guía. Mis captores intentaron borrarme, crédulos de que el amor de una madre no trascendería la muerte.

Al fin, sus dedos tocan mis restos. El barro cede, la tierra pierde su fuerza. Me ha encontrado. Ahora, la luz ilumina nuestro reencuentro, y la paz finalmente llega.

nadja
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En el parque
Ya había dejado de llover, pero el aire frío aún se sentía arropándome por completo. Llevaba un par de horas caminando sin rumbo aparente luego de haber conocido la verdad, aquella verdad que por tanto tiempo me ocultaron las personas que más quería, y las que pensaba me querían a mí. Dijeron que lo habían ocultado por mi bien. Quizás era cierto, pero en ese momento no lo sentía de esa manera.

Sin darme cuenta, mis pasos me llevaron al parque central. Aquel parque que tanto me gustaba, en el que, cuando era niña me servía para el disfrute y el esparcimiento. Sin embargo, en esta ocasión había llegado allí porque mi inconsciente lo reconocía como mi refugio, el lugar donde podía ir y dejar escapar mi mente hacia lugares tranquilos, a una época pasada donde todo era más sencillo, o quizás hacia a un futuro mejor de lo que había vivido.

Llegué al área de juego. Todo estaba mojado, todas las posaderas de metal y plástico endurecido, estaban empapadas y frías, pero no me importó, pues me senté en uno de los columpios. Me quité los zapatos e introduje mis pies huesudos en el pequeño charco formado justo debajo, donde el frío del pequeño fango me generó una gran sensación de tranquilidad y sosiego. Era lo que necesitaba para sentirme tranquila. Me ayudó a reconectarme con mi niñez a través de la tierra mojada que ensuciaban mis tobillos, pero que me reconformaba el alma.

carminaveras
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Recuerden poner lo de mas recientes primero para que les salgan todos los textos 👍

KynthíaNix
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Escritubre 2024
Tierra - Reto 3



El Milagro de los llanos hundió los dedos en el asfalto y lo separó de la tierra. Esa barricada desviaría el alud. Aunque fuera un poco.
Sintió el aviso, tal como la última vez. Las palabras de la bruja resonaron en su cabeza: «serás refugio, serás protección, mas el fin de todas las cosas te alcanzará, como a todos nosotros. Oirás el susurro que será alarido antes de que la oscuridad te consuma y dejes este plano».
Los mechones embadurnados le molestaban la visión, pero vio cómo las familias huían colina arriba.
«Un poco más», se dijo.
La vez que sostuvo los pilares de la iglesia antes del derrumbe había sido su última aparición. Entonces había sentido lo mismo: un crepitar de los huesos, un temblor óseo, general, que casi lo hizo claudicar. Soportó hasta que los feligreses estuvieran a salvo y luego escapó, a punto de ser atrapado.
Ochenta años se mantuvo oculto. Se volvió un mito, neutralizado por el temor.
Con la tormenta, con los deslizamientos de lodo nunca antes sufrido en el poblado, debió reaparecer.
«Serás refugio», resonaba entre sus dudas.
Oyó sus crujidos internos.
El alud amenazó con derribarlo y cada hueso tembló. Sus molares fueron los primeros en destrozarse.
Miró atrás, a la distancia, a cientos de metros entre la arboleda: las familias habían alcanzado la altura. Volteó a lo negro, a la furia que se desesperaba, se amontonaba para consumirlo.
—Soy refugio.
Cada hueso se deshizo.

Desprendido de su aspecto material, el Milagro de los llanos contempló la destrucción desde lo alto y supo que no había habido otra víctima. La Puerta lo aguardaba, ya la bruja le había hablado de ella. Sonrió con calma. Allí a lo lejos, los pobladores daban vítores, aun con las pérdidas. A pesar de la distancia, sus palabras le llegaron, primero como susurros. Luego, como gritos de agradecimiento, de felicidad, de reencuentros.
Fue lo último que oyó al atravesar el umbral.

sebastianluque
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De acuerdo, puedo ver que la semana de la tierra fue un poco complicada para mí, pero, finalmente, una idea germinó como debía, en comparación con otras, y he aquí mi relato (hijo de mi mente).

Semana 2 – Reto 3: El Renacimiento de Inut

No tengo miedo de la muerte, pues voy a renacer. Recostada en el fango, puedo sentir como me estoy hundiendo, pero no me preocupó, pues estoy lista para volver a ser alguien joven en otro cuerpo. Fuera del círculo de resurrección, están mis amigos y familiares quienes lloran por esta despedida, pero saben que solo deberán esperar unos pocos años para volver a verme.

Tras escuchar por última vez las despedidas y deseos de volver a vernos pronto, el fango cubre todo mi cuerpo y me hunde hasta el fondo. Cuando llegó al fondo de la laguna fangosa, siento una especie de roca con forma bastante irregular, hasta que escuchó una voz:

—Abre tus ojos, Inut.

Al abrirlos, pude todo como si estuviese en un cuerpo de agua grisácea. Volteé mi cuerpo para ver cómo eran las piedras que toqué para descubrir que, en realidad, eran huesos los cuales emitían luces de diversos colores.

—No temas —dijo la voz—. Tampoco me busques, pues yo soy todo ves, lo que has tocado y en quien tuviste fe desde siempre.

—¿La Gran Diosa Vir?

—Así es, Inut y te adelantó que no tienes que temer la presencia de los huesos, pues este es el refugio donde acojo los cuerpos que necesitan el gran descanso —me explicó con una voz que hacía que todos mis malestares se disiparan como el miedo inicial—. Además, aquí, empezará el proceso que permitirá que vuelvas a la vida con un cuerpo nuevo, Inut, así que solo debes volver a cerrar tus ojos y estirar sin miedo tu mano.

—Muchas gracias, gran diosa.

Hice lo que la gran diosa Vir me indicó. A los pocos segundos, sentí como la mano de una mujer tocaba gentilmente mi mano y perdí la consciencia de todo lo que estaba pasando allí, pero no sentí miedo, pues sabía que volvería a mi hogar de nuevo.

brunoalonsocardenaslopez
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EN OTRO SITIO

Los rostros desconocidos, llenos de fastidiosa compasión, le bloquearon el paso. La mujer le ofreció comida, el niño cerró la puerta y él quedó de nuevo huérfano de cielo nocturno.
¿Es que no entendían? Ese sitio, colmado de aromas ajenos, de otras pieles, no era el suyo. Las caricias le eran indiferentes, prodigadas por manos extrañas. Sucedían como en otro mundo, uno que habitaba su cuerpo, pero él no estaba allí: se había quedado detenido en las mañanas cubiertas de rocío, persiguiendo los tobillos desnudos de Juan para que no fuera a la escuela (¡con tanto verde que los esperaba para jugar!) y en el gusto seco de la soga entre sus dientes, que Inesita jalaba por el extremo opuesto, con su risa de cachorra humana, tambaleándose sobre unas piernas cortas. Todavía estaba espantando con sus ladridos al gato montés furtivo que se metía en el gallinero; Roberta lo felicitaba con un fuentón de leche recién ordeñada y le rascaba las orejas con sus dedos maternales, que olían a pan y madera, a tierra y flores.
Y estaba, más que en ningún otro lugar, con Aurelio, el hombre de los ojos sonrientes, con su silbido bajito, que lo llamaba con cariño para internarse en los intrincados senderos del monte, arriar las ovejas o sentarse en silencio a la vera del río: el hombre pescando comida y pensamientos, con la paz posada en las pupilas, el perro durmiendo con la cabeza en las rodillas de Aurelio.
Volvió a gemir tan quedito que el sonido se perdió entre voces que se le antojaban más lejanas que sus recuerdos. Que se va a volver a escapar, decían, que pobrecito, tantos años y aún insiste, que está peor, que se va a morir de hambre y de frío, que la casa vecina es peligrosa todavía, se le puede venir encima.
La casa.
El barro.
El alud de barro sepultando la casa.
El olor húmedo y rancio del fango, los gritos ahogados. Sus patas enterradas en el fango escarbando con desesperación para llegar a Aurelio. Sus patas llegando tarde. Las manos ajenas apartándolo casi desfallecido, los llantos.
Se tumbó bajo la mesa sin probar bocado y los extraños se fueron, llevándose consigo las luces y dejándole el silencio y las estrellas tras las cortinas.

La mañana engalanada de rocío alcanza ya el pie de la colina, el túmulo que alguna vez fuera una casa habitada por el sol y las flores, de la que ahora sólo asoma parte del desvencijado alero.
Un perro cubierto de lodo duerme sin sueños con su cabeza apoyada en las blanquecinas falanges amadas, que brotan como raíces en una tierra revuelta que los cobija y que ya nunca dejarán.

SemillaKosmik
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Que guay yo estoy escribiendo una novela de brujas ahora ❤

consuelocasaressantos
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Ya eran las cinco, me asomé por la ventana, oscurecería en una hora ¿por qué no llegabas? en momentos como ese, en serio me arrepentía de haber deseado un hermanito, ni siquiera sé porque me angustiaba tanto, mi madre ni recordaba que estabas fuera de casa, sólo tenía ojos para su novela...
La miré, casi se metía al televisor, volví a la ventana y esta vez el cielo gris, me hizo tomar mi sueter para salir a buscarte.
- Ma, luego vengo, voy a buscar a Tomy, ya es tarde, seguro se entretuvo cotando los pinos - mi madre ni siquiera volteó a verme, sólo asintió.
Salí de inmediato, si no fuera por tu obsesión de saber cuantos pinos había en el bosque, yo estaría en mi camita, tomando un chocolate, pero si no te buscaba yo, ¿quién? lo que más me molestaba era que te creyeras un adulto cuando apenas tenias doce, con ésta, ya me debías varias hermanito, en fin, supongo que ese es el precio que pagas por el privilegio de ser mayor y te la cobraría extra si empezaba a llover.
- ¡Ash! ¡no puede ser! ¡no no no! ¡no me quiero mojar! - empezaron a caer las primeras gotas cuando hiba sólo a medio camino, y rápidamente subió de intensidad, en cuestion de segundos ya estaba empapada.
- ¡Tomy! ¡Tooomy! ¿dónde estás? ¡Tomyyy! - te grité varias veces y nada, te juro que llegaba a odiarte cuando me preocupabas tanto. Estaba a punto de estallar en llanto cuando apareciste de la nada chocando conmigo, los dos caimos al fango.
- ¡Tomy! ¿dónde te habías metido mocoso? - te incorporaste y me ayudaste a levantarme
- ¡Vania la encontré! ¡la encontré! - me dijiste con los ojos llenos de emoción y miedo a la vez
- ¿A quién haz encontrado? regresemos a casa, llueve a cantaros - lo tomé de la mano pero se negó
- Encontré a Luci - dijo finalmente
- ¿Que? ¿Cómo sabes qué es ella? - dí la vuelta y lo miré
- Sus huesos, los ví, aún tenía puesto el anillo, era ella, no se perdió, la atacaron Vania lo sé - algo me decía que no mentias, pero tu obsesión por las series criminales me disuadia.
- ¡Déjate de tonterías! vamos a casa - cuando tome de nuevo tu mano para caminar, alguien te detuvo, los dos lo miramos, vimos los ojos, la sonrisa, la cara de ese tipo, nunca había sentido tantas ganas de correr por mi vida.
- No debiste encontrar esos huesos - te dijo mientras empezaba a mirarte con un odio descomunal, le dí un golpe en el brazo con todas mis fuerzas, te soltó y corrimos hasta la casa, luchando contra el fango resbaladizo, entramos, le puse llave y fuí a buscar a mamá, por fin estabamos en un lugar seguro.
- Vamos Tomy, busquemos a mamá -
- sí, sí - respondiste nervioso, por fin me obedecias evitando rechistar.
Cuando entramos a la sala, allí estaba él, sujetando a mi madre.
- Ustedes deciden - amenazó el tipo - ¿Lo hablamos o le hacen compañía a Luci?...

Fresita-Kpop-SweetMoa
Автор

Eterno fiel.
Luego de lanzarle los sentimientos a la cara, quise plantarme en su piel, en su corazón. Pero su interior era seco. Su corazón árido me rechazaba. ¿Qué podía hacer? No puedes plantar entre las rocas. ¿Cómo le hablas de amor a alguien que se cubre los oídos? ¿Cómo sientes a alguien que su vida es de plástico?, ¡superficial!

Las pocas lágrimas que le tiré apenas y ablandaron sus venas, me quedé allí varado en el recuerdo. Un refugio vano del cual nos damos cuenta y seguimos enganchados en ese alguien esperando seda a nuestros sentimientos.

Pero uno tiene esperanza, ¡y es tonto!, pero entonces yo no me daba cuenta.

Enterré mis pies en su pecho con el anhelo de echar raíces, no volar a ningún sitio porque quería estar en ella. Allí quería formar mi hogar. Aunque fuera duro, áspero, infértil.

Me fui tatuando en lo rudo de su piel, me metí por sus grietas, me hundí en el fango de su pecho forzando de vez en cuando con lágrimas para adentrarme a lo mas hondo. ¡Era seco todo en ella!, y no pude enraizar, por en cambio, me atasqué en sus hendiduras y quedé atrapado. ¡No era fértil!, no pude salir de ella, cuando entendí su nulo amor era muy tarde: mis pies se habían vuelto huesos.

Desde entonces dependo de ella, no puedo ir a otro lugar, no puedo soltar el amor que se me hundió en su cuerpo. Soy un hombre terrenal, cuadrado, contagiado, ¡todo yo me estoy volviendo hueso!

TommyDemathell
Автор

Finalmente, encontré el valor para entrar en la cueva.
Me atemorizaba la idea de que esa cueva fuera un cementerio lleno de huesos.
Entré y los encontré.
Al principio me asusté, pero caía una lluvia torrencial y necesitaba refugio.

Pasaban las horas de lluvia y, empecé a sentir curiosidad.
¿Eran huesos humanos? ¿Había vasijas de barro?
En la oscuridad solo podía fiarme del sentido del tacto y eso daba rienda suelta a mi imaginación.

AnaGuillenBachs
Автор

El tanuki más lindo del mundo

El tanuki más lindo del mundo vive en una madriguera, hecha de rocas y fango, justo en medio de la cordillera.
Tiene ojos pequeños, que se hacen grandes cuando asoma por entre la tierra, y una cola muy suave que se le encrespa cuando se aterra.
Habla un idioma secreto, que solo se entiende cuando hace silencio. Me basta con solo mirarle para entender qué me está diciendo.
Tiene las patitas cortas, los ojitos verdes, con negro alrededor; y aún siendo tan pequeño y achuchable, del universo entero él es emperador.
Siempre que es de noche me le acerco, y él, bien calentito, me recibe con amor. Abre sus patitas suavecitas y cubriéndonos con mimos, nos hablamos de dolor.
El tanuki más bonito llora como un valiente, conforta como un amante, reina como un sirviente. El tanuki más bonito ama como ama el destino, y calla como el silencio, guía como el camino.
Él es mi refugio pequeñito, inocente y sumisito, donde puedo descansar. Él es el tanuki más bonito, más valiente y calladito que el señor pudo crear.
Su cuerpo es de fango cocido, su pelo es un turbio rosal, su alma es la luna dormida, y yo zorro que le guarda del mal.
Al tanuki más bonito le gusta la molleja, las galletas con azúcar, y también beber mis besos. El tanuki más bonito come okonomiyaki, se devora lengua y lomo, sin parar hasta los huesos.
Y sus huesos yo sostengo, con firmeza, entre mis patas, guarecidos por las sombras, o durmiendo entre las matas.
Nos hacemos un ovillo, nos fundimos como greda, y de greda con sus patas, él me fabricó un anillo.
El tanuki más lindo del mundo, es mi tesoro y mi hogar, su delicada figura es un reino donde habitar.
El tanuki más lindo del mundo vive en un dulce rincón, entre las rocas y el fango, donde duerme mi corazón.

DulceMakaria
Автор

Refugio, huesos y fango

Me refugié en una pequeña cabaña que encontré en el bosque. Terminaba de llover, por lo que me encontraba todo empapado, pero aun así necesitaba descansar y calentarme, después de estar caminando por mucho tiempo. Caminé hasta la cabaña sin poder evitar llenar mis botas y mi pantalón de lodo, pues todo el suelo estaba lleno de charcos que se formaron con la lluvia. Prendí un fuego con leña que se encontraba cerca de la chimenea, me quite la ropa mojada y cure como pude heridas pequeñas que me hice con las ramas de algunas plantas y árboles. Me quede dormido, y al despertar de un largo sueño, me dirigí a la cocina para hacer algo de comer, me asome por la pequeña ventana que daba a la parte trasera de la cabaña y mire pequeñas montañas de tierra alargadas hechas por alguien, seguramente los dueños; aunque llamo mi atención, no le di mucha importancia. Decidí quedarme más tiempo pese a que ya había descansado lo suficiente, pues ya me había puesto cómodo, de alguna manera la cabaña era cálida, me recordaba a mi casa. Solo esperaba que los dueños no regresaran pronto. De pronto escuche golpecitos por toda la casa, salí de la habitación y me asome de nuevo por la ventana de la cocina; la lluvia volvía a caer, tuve suerte de no emprender camino, si no el agua me hubiera agarrado de nuevo en el bosque. Agache la mirada a las montañas de tierra en el patio, que por la lluvia, se estaban desmoronando, revelando huesos humanos en cada una de ellas.

gibrangomez
Автор

Me atrasé bastante en los retos, cada uno curiosamente por causa externa: en el primero me enfermé de la garganta, por lo cual no podía leer, pero finalmente pude hacerlo : ). En el segundo, me robaron mis cosas y mi cel, con la foto de los relatos, por lo que tuve que hacer otros nuevos.. ¡Espero que, aunque vaya atrasada, para el agua y el fuego ya no tenga percances! (Toco madera).
(La imagen del reto de Tierra la puse en mi canal, en la parte de comunidad).

dhyanaangelicarv
Автор

Reto 3 tierra:

Sinfonía

Me susurraba, me hipnotizaba, me mentía y me gritaba diciendo que era mi culpa. No me quería soltar, no me quería dejar volar, la tenía impregnada en los huesos como si hubiera nacido con ella; tal vez siempre la tuve, pero ahora resonaba tanto que callaba mi voz incluso cuando hablaba con los demás.
Ella parecía estar siempre presente en las reuniones sociales y cuando trataba de tener una conversación agradable, su voz aturdidora, su voz engañosa, me hundía en lo profundo, en lo mas oscuro de mi alma.
Anhelaba encontrar un refugio, un consuelo en mi propia mente, aun sabiendo que sería imposible ya que aquella serpiente vivía en mi, arrastrando consigo el fango de mis equivocaciones.

Gabysm-srsh
Автор

#escritubre2024

Reto 3: Relato entrañable (refugio, fango y huesos).

—¿Ya casi llegamos?

—¿Te cansaste?

—No, no es eso.

—¿Entonces?

—Nada, olvidalo.

Tomy comienza a patear una pequeña roca mientras seguimos caminando. No hace nada más que seguir pateando, arrastrando sus pies hacia adelante, en silencio. En verdad es incomodo.

—Y… escuche que estabas en el equipo de fútbol, ¿cómo va eso? —Trato de romper el hielo con un tema de lo más predecible. Me detesto.

—Dejé el equipo hace un año. —su voz es inexpresiva.

—¿Enserio? —preguntó con sorpresa. — Pero si tu Papá me dijo que habías ganado en un torneo.

—Fue porque estaba en el equipo. Apenas y toque la cancha. No participe en nada, no gane nada.

—Pero jugaste, eso es un logro.

—Suenas igual que papá.

La expresión de su rostro no ha cambiado en lo más mínimo. ¿En serio le resulta tan indiferente el fútbol? Si es así, ¿por qué entró al equipo en primer lugar?

—Tomy… Viene un coche, hay que bajarnos de la carretera.

De inmediato ambos nos hicimos a un lado. Al bajar nos encontramos con un camino de lo más pegajoso; la lluvia de ayer debió haber facilitado la aparición del fango.

—Tío, ¿de verdad vale tanto la pena caminar muchos kilómetros cerca de la carretera y embarrarnos por completo los zapatos con lodo?

Tenía sentido que hiciera esas clases de preguntas. El sol comenzaba a arder con intensidad y de a poco una gruesa costra de barro comenzaba a adherirse con fuerza en la suela de nuestros zapatos. Sin duda no era un momento muy agradable de digamos.

—Hmm… Déjame pensar… Sí, totalmente.

—¿Pero no hubiera sido más fácil y menos peligroso venir en tu moto?

—Se, pero así no tendríamos este momento a solas.Ya sabes, charlando, inhalando humos tóxicos, teniendo un alto riesgo de ser arrollados en cualquier instante, apunto de sufrir una garantizada insolación y con una ligera probabilidad de que al final del día ambos terminemos con los pies bien hinchados.

—Espera, ¿acabas de usar aspectos negativos para crear una falsa sensación de optimismo?

—Se llama tener espíritu aventurero, Tomy, recuerdalo… Además, la moto está en el mecánico como desde hace un mes.

—0h.

Y seguimos caminando.

Por un lado, vehículos de todo tipo nos pasan de largo: gigantescas minivan, autos exóticos que esperarías ver en los lugares más lujosos, clásicos y hasta un auto rojo descapotable manejado por un santa claus travesti… Aunque Tomy mantiene que era un motociclista asiático.

Del otro lado tan solo había árboles. Grandes árboles que servían de cerca (más bien eran rompevientos) para los cuadros de cultivo. De casualidad uno de esos tantos árboles resultó ser un enorme tamarindo, así que subí a Tomy sobre mis hombros y con su ayuda tomamos unos cuantos. Nunca creí que un niño de ocho años pesara tanto.

Uno a uno nos fuimos comiendo los tamarindos. La acidez de su sabor casi amargo hizo que ambos hiciéramos caras graciosas como respuestas al intenso sabor. Era gracioso cómo evitamos que el otro se diera cuenta de nuestras extravagantes expresiones. Sin duda una buena entrada antes del verdadero plato fuerte.

—Es aquí. —mencionó con orgullo.

—Un puesto de chilli en medio de la carretera.

—Exacto.

—A un lado de una parada de camioneros.

—Aja.

—Sin nada más en kilómetros en la redonda.

—Así es.

—La peor sorpresa de la vida.

Hugh, sus palabras de verdad me dolieron..

—Felicidades, Thomas. Acaba de obtener el logro, “Herir el corazón de un adulto”

—Superalo, tío. —”¿Pero qué le pasa a este niño? Debería tenerle más respeto a sus mayores”. —Entremos.

—¿Quieres entrar? —-pregunto incrédulo.

—Eso estoy haciendo. O que, ¿te vas a quedar ahí afuera?

—Pero si acabas de decir que era la peor sorpresa de la vida.

—Lo sé, pero creo que estaría bien. Ya sabes, comer un plato de chilli caliente a mediodía, con el cuerpo bañado en sudor, todo cansado y para el colmo, teniendo los tenis llenos de fango.

—Suena horrible.

—Lo sé, pero a eso le llamó tener espíritu de aventura.

No puede evitar sonreír.

—¿Ya entramos? Tengo que pedir una botella de agua. Creo que me empalago el tamarindo..

Entramos. Este lugar no ha cambiado en lo absoluto, tan descuidado como siempre..

—¿Qué pasó, Jefe?, ¿cómo lo trata la vida? —le doy un saludo enérgico.

—Igual que siempre. Días buenos, días malos. Cuando llegas a cierta edad deja de ser importante. —toma su libreta para anotar los pedidos.

—Cierto, cierto… Pues vamos a querer dos platos, buen hombre.

—Trabajando.

—Y una botella de agua, —agrega Tomy.

—Lo siento, chamaco. No tengo bebidas embotelladas hasta la tarde, pero tengo una jarra de agua de tamarindo, si gustas.

—No, no, lo que quiero es …

Pero el Jefe se adelantó y le sirvió un vaso.

—Anda, tomatelo. Cortesía de la casa.

—No, de verdad no…

—Tomy, no seas mal agradecido. Acepta el vaso. —No puedo evitar sonreír con malicia.

—Está bien. —se resigna— Oiga, Jefe. También le puede servir un vaso a mi tío, para que me acompañe.

—¡¿Qué?! No, yo…—pero también me sirve.

Tomy me la devuelve, ya que.

—Tío, ¿de donde conoces este lugar? —pregunta para después darle un sorbo a su vaso.

—Pues, cuando éramos niños tu abuelo solía traernos a mi y a tu mamá.

—¿Enserio?

—Sip, todos los fines de semana. La razón, cerca de aquí hay un lago, a tu abuelo le gustaba mucho pescar en ese lugar. Que, ¿tu mamá no te digo?

—No, ella…evita hablar de abuelo. —su semblante es triste.

—Oye, ¿qué te parece si la próxima vez volvemos y pasamos a ver al lago? No sé, podríamos nadar un rato.

—No sé nadar. —confiesa.

—Ese no es problema, yo te enseño.

—Acepto. —dice de manera alegre.

—Aunque te advierto, la manera con la que aprendí fue ser arrojado de una.

—¿Enserio?

—Eran otros tiempos. Pero no te preocupes, buscaremos otra manera.

Sin notarlo los platos de chili llegaron a la barra.

—Uy, huele delicioso. —exclama Tomy ansioso.

Tal como lo recordaba. El aroma de aquella salsa de color rojo ladrillo, mmm; podria decirse que se pueden distinguir cada uno de los condimentos con simple facilidad.

—Espera. —lo detengo— Quítate primero el suéter, así estarás más cómodo.

Lo ayudo.

—Bien, sin más preámbulos.

—¿Qué haces?, ¿te truenas los dedos?

—Si, es una costumbre. Lo hago siempre antes de comer.

—No hagas eso. Es malo para los huesos.---proceso a tronar el cuello.

—¡Hey! —me increpa.

—¿Qué? No me mires así, soy un adulto y los adultos podemos contradecirnos.

—Eso es ser hipócrita, tío.

—Tienes razón.

Ambos reímos a carcajadas.

garcialopezefrain
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Reto 3: Relato entrañable. Conceptos: refugio, fango y huesos.

Estábamos abrazados los unos a los otros. Cobijados con las gruesas frazadas y los retazos de nuestros sueños. El fuego refulgía en la chimenea. Sin embargo, el calor que inundaba la habitación no podía sofocar la gelidez de los huesos marchitos en la alfombra. Estábamos aterrados. Uno de nosotros había sido. Pero no nos atrevíamos a mirarnos. El fango de nuestras culpas se hacía cada vez más profundo en nuestro interior y desbarataba todo lo que encontraba a su paso. Quedábamos menos, el refugio dejaba de ser un lugar seguro. Intentábamos sostenernos con las promesas de que algún día vendrán por nosotros. Pero era una dulce mentira, una que prolongaba la agonía. Seguíamos mirando los huesos y se nos revolvía el estómago de solo pensar quién podría ser el siguiente.

mariafeescajadillo
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El extraterrestre de los Pynes.
«Hola, soy Clay», decía el collar que encontró debajo de un ladrillo rojo y un montón de pequeños huesos que, gracias al tiempo que vivió con la familia Pynes, supo que era de un perro. Se trataba de uno más pequeño que el Pastor Alemán que tenían ellos y un poco más grande que el chihuahueño de la vecina de al lado, la cual nunca dejaba de mirar a la ventana. Meses atrás había estrellado su nave en el bosque: un mal calculo lo hizo perder la parte izquierda luego de chocar contra un árbol, al final terminó besando en suelo hasta dar a un lago cercano donde estaban los Pynes. Lejos de estar asustados por su presencia larguirucha, su cuerpo lleno de pelo rojo, una nariz que parecía la de un oso hormiguero según ellos. Ojos grandes negros, la boca llena de pequeños dientes, el estómago hinchado como esos alcohólicos que a veces se topaba en la televisión o los pies con solo tres dedos… Era más fácil que el asustara de ellos.
Detrás del collar también había un número para contactarse con la familia por si un día se extraviaba, similar al que poseía el pastor alemán de ellos. Se encontró la correa, no muy lejos de un arco de piedra que podría corresponder a la cochera de una casa. Los Pynes le contaron que muchas familias se habían mudado a esas tierras para encontrar oro, «la fiebre del oro», decía el señor Pynes, haciendo hincapié en que su padre hizo lo mismo sin mucha suerte, por supuesto. A diferencia de ellos, muchas familiares terminaron por mudarse a la ciudad en busca de mejores oportunidades que seguir en una vida de pueblo.
—Yo también me iré de aquí cuando sea mayor —le dijo una vez el pequeño Pynes.
Le contó que iría a la universidad, que conseguiría una casa más grande donde vivir y se lo podría llevar a esa casa. Propuso la idea a la familia en una noche con el pequeño ahí, no temía hacerlo, mostrar su verdadera forma o compartir información de los viajes espaciales u otros conocimientos con la humanidad. La única respuesta que recibió fue que era peligroso. Los humanos veían a los «extraterrestres» como una amenaza, que solo querían conquistar la tierra y esclavizar a los humanos. Cosa que le lastimaba mucho.
—Debí reparar la nave —se regañó. Se inclinó en el arco de madera, tenía una vista amplia al bosque, con los árboles macizos frente a él, los rastros de luz filtrándose por las hojas bañando el fango—. Así no tendría este problema. —Bufó y siug
—Debí reparar la nave —se quejó. Se inclinó debajo del arco de madera, tenía una vista amplia al bosque, con el camino lleno de fango y agua café, los árboles a su alrededor eran tan altos que las hojas de poco en poco cubrían la casa abandonada.
Sentado ahí, se sintió apenado de recordar que por las incursiones que hacía por el pueblo, muchos vecinos ya estaban alertados de una extraña criatura que merodeaba los restaurantes, los bares o la escuela del pequeño. Se disculpó con ellos por eso, admitiendo que le disgustaba estar encerrado en la casa: tener las estrellas tan cerca y tan lejos de él… Era algo lo peor para un viajero espacial. Su única misión era explorar el universo, dar a conocer nuevos puntos en su mapa y para su planeta natal.
A pesar de ello, siguió las órdenes de la familia y su mapa del universo se volvió un cobertizo, una cocina, un baño, un sótano donde esconderse… A veces se expandían al restaurante de Suertudo en la calle 4, o a la escuela del pequeño Pynes y al campo de beisbol que tenía el pueblo. Sí, la casa de los Pynes y el pueblo donde vivían terminó por convertirse en su refugio que, como todo hombre que se esconde de la ley, es fácil de arruinar.
Un pequeño error de su parte y una sola llamada de la vecina alertó a un montón de personas que inspeccionaron la casa. Trató de esconderse en los mejores puntos que marcó en su mapa, pero no le quedó nada más que escapar. El último con el que tuvo contacto fue el pequeño Pynes, su fiel compañero de travesuras, quien le ayudó a salir de ahí. Corrió junto a él hasta quedarse sin aire a las orillas del bosque.
—¡Te vamos a buscar! —le gritó mientras él se introducía en lo profundo de los árboles.
Esas palabras llevaban sonando en su cabeza durante días, meses o quizá años; no tenía algo para contar el tiempo. Su estómago rugía por las mañanas al recordar los desayunos de la señora Pynes, especialmente los mejores hot cakes del planeta. No quería salirse de esa casa abandonada, pensaba que, si lo hacía, el señor Pynes lo regañarían por alejarse tanto.
—Tonto, ¿por qué te fuiste tan lejos? —trató de imitar su voz e imaginárselo con una cara llena de preocupación y felicidad por verlo—. Oye, amigo, ¿crees que vengan? —preguntó a los huesos del perro. En el tiempo que llevaba ahí pudo encontrar cada uno de ellos y organizarlos a como se lo imaginaba; aunque algunas partes se veían desalineadas¬—. Me hubiera gustado que los Pynes me pusieran un collar como a ti. Así podrían llamarles y decirles «oigan, encontramos a su extraterrestre», que fácil sería…
Habló mucho con los huesos, le contó toda su vida y él trató de pensar en el trágico final de su nuevo amigo: abandonado por sus dueños que, al ver que no encontraron oro, volvieron a la ciudad. Quizá ya no había espacio para él en su nuevo hogar o quizá el niño con el que creció ya estaba harto de él y prefirió abandonarlo. Pensar eso lo molestó, pues no quería que el pequeño Pynes le hiciera lo mismo. «Te llevaré a la universidad conmigo», recordó sus palabras.
Como si se tratara del señor Pynes, remodeló todo su refugio en el tiempo que estuvo ahí: se deshizo de los escombros, movió algunas lonas, utilizó algunos viejos troncos para cubrir el arco, como si se tratase de una puerta. Encontró una silla que utilizó para sentarse en lugar de estar de nalgas en el fango. Las propias mantas las utilizó para cubrir algunas partes del techo por donde se filtraba el agua en los días de lluvia, aunque no tapaban del todo. Lo mejor fue encontrarse un colchón con los resortes saltados para acostarse. En una de sus limpiezas se encontró varios juguetes, fotografías de la familia que vivió ahí, incluso un patito de hule que pudo ser de su amigo canino.
—Ve por él, muchacho —lo arrojó lejos y se imaginó que su amigo iba por el juguete.
El juguete se quedó ahí por buen rato, hasta que el arroyo que se formó por las lluvias se lo terminó llevando. No salió de ahí en tiempos de lluvia, tampoco en otoño cuando las copas estaban libres de hojas y era más fácil encontrarlo, menos en el invierno que le helaba su cuerpo; cosa mala para él, pues su pelaje ya no era lo suficiente fuerte para cuidarlo de ese clima. Una mañana, se dio cuenta que ya no poseía esa barriga grande como la de un borracho y que había perdido todo su pelaje rojo.
—Amigo, espero que me encuentren… Quiero que vean lo bien que cuidé de este refugio.
Pensó antes de quedarse dormido una vez más. En la pared de atrás estaba escrito un mensaje para ellos:
«Soy el extraterrestre de los Pynes. Si los ven, díganle que estoy aquí, que vengan por mí o por mis huesos».

BenjaPáez-uc
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El niño y el anciano:

...mi infancia fue así...mi padrastro me mandaba a comer en el fango con los cerdos. Si no nos despertábamos temprano para trabajar, recibíamos palizas, además de machetazos en la espalda. Una vez, le disparó a uno de mis hermanos en la pierna. Se jactaba de ser comisario de la policía, ¿quién le iba a decir algo? Él mató a mi padre, porque estaba celoso de mi “madre”. ¿Qué mal podía hacer un simple anciano, un vendedor de diarios, que además tenía la mitad del cuerpo paralizado? Jamás vi un hombre tan bueno como mi padre, ni jamás vi un hombre tan malo como mi padrastro.

A los doce me fui. Claro que cometí muchos errores. Trabajé sin parar ocupe mi mente evitando pensamientos negativos. Conocí a tu abuela, nacieron mis hijos, y supongo que busqué esperanza en mi familia, pues ellos siempre serán mi refugio y mi fortaleza. Aún con la pérdida de mi mujer, a quien amé y amaré siempre, desde mis huesos hasta el principio de mi alma, logré superar las adversidades. Y aquí estoy, aquí sigo, vivo.

Nieto mío, la vida es para vivirla. No te fíes de los estereotipos, las modas del mundo o las vulgaridades de la riqueza y sus vanidades. Tu abuela y yo no fuimos ricos, pero aun así dejamos la mayor riqueza: los hijos. Lo que importa es lo que dejamos en este lugar, desde los hijos hasta las anécdotas y enseñanzas. Como hombre, puedes temer y huir. Yo pensaba lo mismo. Huyendo de mi pasado, huyendo de mí mismo. Me decía que era sensible y débil. Me escondía de mis pensamientos, buscando otros caminos oscuros, volviéndome a mentir. Aun asi pude perdonar a mi madre y a mi padrastro, y a todos mis enemigos.

Subimos y bajamos, nos vamos y nos quedamos. Somos mortales. Por eso, hijo mío, protege tu alma. El resto se quedará aquí en la Tierra.

Rafael-xekv
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El mundo subterráneo:

¡Pero, Señor! —Grito, y entonces, me tomo de la mano ayudándome a incorporarme, e ignorando el fango. Había caído durante 10 minutos, hasta toparme con el fango, cosa que ensucio mi traje por completo. Sin embargo, al levantar la mirada, el techo de tierra, no era suficientemente alto, para una caída tan larga. Al levantarme, no soltó mi mano, sino que me arrastro con ella— ¡Venga por aquí! ¡Usted es el nuevo! ¡Bienvenido al mundo de los muertos! ¿Cómo es su nombre?. Yo soy Anna, Anna María de Cortés. ¡Es todo un placer!.

Y al escuchar ese bello nombre, logré recordarlo todo.

Hasta el más pequeño detalle insignificante.

Yo, había muerto, por causa de un disparo. Y a mi bella esposa, no la veía desde hace unos diez años... Duramos 30 años casados, y sin ella, mi vida había perdido significado.

Me detuve abruptamente, y tome su mano, con fuerza. Me arrodille en el fango, pero daba igual, mi traje negro de rayas azules ya estaba estropeado. Y todos mis huesos crujieron al arrodillarme.
Anna dio un paso hacia atrás, con los orificios donde hubieron ojos verdes, abiertos de par en par. Y su mandíbula, abierta, dejando ver una gran oscuridad, en donde hubo una lengua, rosada y delicada.

— ¡Querida mía! —Dije, con ganas de llorar, pero no pude, porqué ya no tenía esa capacidad— ¿Acaso ya olvidaste mi rostro?. ¡Soy yo! ¡Gabriel Cortés!.

Anna, transformó esa boca abierta, en una dulce sonrisa, y se lanzó a abrazarme, como nunca antes lo había hecho:

— ¡Esposo mío! ¡No sabes cuanto te extrañe...!

— Yo he contado los días para volverte a ver...

Y nos besamos, y ya no me sentí aterrado, como al principio de mi caía en ese fango, en ese frio y oscuro corredor de tierra, donde habitaban todos los insectos.
Ya no me sentí extraño, al ver mi cuerpo hecho de huesos, sino todo lo contrario; Me sentí refugiado, en casa y amado.
Cuánto me había hecho falta mi dulce Anna...

Me quedo algo largo, más de lo que planee. Espero les haya gustado jeje.

Nikko_Hasuki
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Caigo en el fangoso barro, me levanto y sigo corriendo.
“¿Qué hice mal?”
Las luces azules y rojas iluminan mi camino.
“¿Cuando llego todo a esto?”
Los gritos de mis buscadores se intensifican.
“Solo quería… ser feliz”
Mis pasos son cada vez más pesados, mis pulmones arden y mis pies duelen.
“Solo quiero volver a mi refugio. Quiero volver a los días donde todo estaba bien”
Caigo, me levanto mientras el barro se mete en mis heridas. Ya no corro, solo troto.
“Sus huesos, solo quería sentir sus huesos una vez más”
Recuerdo, una declaración nerviosa, una primera cita pésima, una risa incómoda…
“Duele, duele tanto”
Su cálida sonrisa, mis inseguridades desapareciendo, una segunda cita amorosa.
“Mi refugio…”
Los días en la casa del árbol, nuestro refugio. Sin papá gritando, sin su mamá bebiendo.
“¿Qué hice mal?”
Recuerdo, todo era blanco, la música clásica sonando, su vestido…
“¿Por qué? ¿Por qué tuvo que terminar así?”
Recuerdo, los días en el campo, la nueva casa… luego, oscuridad.
“Nuestro refugio ya no existe… eso fue lo primero”
La tormenta se llevo nuestra casa del árbol, todos los recuerdos se sumergieron en el asqueroso lodo.
“Ya no tengo donde esconderme”
Recuerdo, un hospital, una enfermedad sin nombre.
“No tenía donde esconderme cuando eso pasó”
Un funeral, lágrimas, huesos.
“Solo quería sentirte una vez más en mis manos”
Caigo al fango, no me levanto.
“Pero solo quedaban huesos”

elmati