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LA ORACION DE CORAZON - 1RA PARTE - Dr Ricardo Castañon
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El doctor Ricardo Castañón Gómez es Doctor en Psicología Clínica, realizó estudios universitarios en Alemania, Francia, EE.UU, e Italia. Es especializado en Medicina psicosomática, Neuropsicofísiología cognitiva, psicólogo clínico con conocimiento especializado en la relación entre el cerebro y el comportamiento humano. Fue discípulo de Rita Levi Montalcini premio nobel de medicina.
El Doctor Castañón, que gran parte de su vida fue ateo, conoció el amor de Dios hace algo más de dos décadas. Él confiesa:
“El amor de Dios es un amor tan extenso, que busca muchas formas para expresarlo al hombre. Por ejemplo a través de la palabra de Él, enviando a su hijo en persona. Actualmente lo hace también a través de lo que llamamos experiencias místicas modernas. Como científico he tenido la bendición de estudiar imágenes que exudan sangre, lagrimas. Un equipo de investigadores y un servidor, hemos demostrado que el líquido rojizo de las imágenes es sangre humana. Los teólogos que me asesoran dicen que esta es una expresión de las preocupaciones de Dios”.
“Le pregunte a un experto dogmático en USA, porque sangran estas estatuas, él me dijo: lea Lucas 19 versículo 38. Consulté el texto y narra el momento en el cual Cristo entra triunfante a Jerusalén. Todos lo reciben con gran fiesta, pero se acercan los sacerdotes fariseos y le dicen “maestro has que tus discípulos se callen”, él les responde: “Si mis discípulos se callaran las piedras gritarán”.
Después de estudiar esta imagen de un Cristo que sangra y llora, he estudiado hostias que sangran.
Las primeras dos, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio el actual papa Francisco me pidió que las estudiase. Después de 6 años de investigaciones demostré: que se trataba de sangre humana, de tejido humano, había corazón vivo. Esto significa que el Señor para los hombres del siglo XXI, nos está obsequiando una realidad diciendo aquí estoy Yo, estoy presente, este es mi cuerpo, esta es mi sangre, mi palabra se cumple. Siempre he tenido un concepto importante de México, estoy convencido que México es un lugar bendecido, tienen la Guadalupana, Dios se las dejó, ella quiso quedarse aquí; porque confiaba en ustedes.
Ahora les deja estos signos eucarísticos.
El signo de Chilpancingo es otra hostia que sangra. Demostramos que es sangre humana, tiene ADN humano, glóbulos blancos, tiene musculo del corazón.
Convencido estoy que Dios lo está haciendo para decirnos, mi palabra se cumple: te he dicho que esto es mi cuerpo, esto es mi sangre y aquí te doy la prueba.
Nosotros los investigadores los llamamos signos hasta que la autoridad de la iglesia reconozca esto como milagro, ahora sólo hablamos de un signo extraordinario.
Cuando se le pregunta cuántas hostias y de que países ha tenido la oportunidad e investigar. El Doctor Castañón responde:
Tengo varias muestras aproximadamente unas 8 o 10. Sin embargo solo puedo hablar de aquellas donde los estudios han sido calificados por la autoridad de la iglesia. Existen otras investigaciones que realizo. Mientras no concluyo, la autoridad de la iglesia me pide que esté en silencio. En este momento puedo hablar objetivamente de las dos hostias de Argentina; puedo hablar de la hostia de México, de Chilpancingo. Tengo otra de Sudamérica, existen otras todavía están en reserva, las que estudié presentan efusiones de líquido rojizo, corresponden a sangre humana con presencia de ADN.
Cuenta Castañón que en 1999, y siendo un no creyente, a petición del Arzobispo de Buenos Aires Mons. Jorge Mario Bergoglio, “realizó el primer análisis científico de una Hostia consagrada, de la que manaba una sustancia rojiza; concluyó la investigación hasta el año 2006, comprobando que la sustancia era sangre humana, misma que contenía glóbulos blancos intactos, y músculo de corazón ‘vivo’, miocardio ventrículo izquierdo; ‘cabe señalar que el caso aún no se ha denominado milagro, sino signo, y la Hostia permanece expuesta en el altar de la Parroquia de Santa María de Buenos Aires'.
"Sólo deseo decir que, el hecho de comprobar que en las efusiones que presentan estas Hostias consagradas se identifica sangre fresca y tejido vivo, me impacta, me fascina, toca lo más íntimo del ser. En cada Comunión viene a mi mente la frase de Jesús: ‘El pan que yo daré es mi carne’.
Participo de la Eucaristía cada día, y cuando comulgo mi pensamiento es: “Voy a recibir a Cristo, el mismo que estuvo en los brazos de María, Aquél que caminó con sus Apóstoles, el Hijo vivo de Dios vivo, quien murió y resucitó y está a la derecha del Padre”.
Artículo publicado en Gaudium Press
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