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¿QUÉ ES LA REALIDAD? (Platón & Aristóteles) - Idealismo PLATÓNICO vs. Hilemorfismo ARISTOTÉLICO
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El presente documental de filosofía tiene por objeto tratar en detalle la siguiente cuestión: ¿Qué es la realidad? Para ello, se revisarán dos de las posturas principales tanto dentro de la Antigua Grecia como en la historia de la filosofía: (1) la teoría de las ideas de Platón y (2) el hilemorfismo de Aristóteles. Asimismo, se abordarán conceptos tan esenciales como alétheia, arjé (o arché), esencia y sustancia.
⌚ Línea temporal:
00:00-01:06 - Introducción.
01:06-06:11 - ¿Qué es alétheia?
06:11-09:00 - ¿Qué es arké?
09:00-22:06 - (1) El idealismo platónico.
22:06-34:34 - (2) El hilemorfismo aristotélico.
34:34-35:55 - Conclusión.
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Grosso modo, la realidad contiene en sí misma su propio ser, esencia y leyes, así como los resultados de su acción y desarrollo. Si se afirma que lo real es objetivo en toda su concreción, no sólo ha de distinguirse de lo aparente, imaginario y fantástico, sino también de lo concebido, imaginado y lógico – aquello que pertenece al terreno del logos o razón. A lo largo del documental titulado “Qué es la verdad”, tuvimos la oportunidad de estudiar a fondo la teoría de la correspondencia, la cual se sintetiza en que la veracidad o falsedad de un enunciado o proposición está determinada por la manera en la que se corresponde con el mundo; o sea, en la concordancia del conocimiento afirmado con el objeto del cual se afirma algo: “decir de lo que es que es y de lo que no es que no es es lo verdadero”, dijo un pensador que mencionaremos más adelante. Pero a la realidad le da igual si declaramos de ella que es de un modo cuando es de otro, o que no es de cierta manera cuando en realidad sí lo es, salvo que su transformación encuentre cierto poder causal en tales equivocaciones. Ontológicamente hablando, uno no dice la realidad, sino que la descubre, la dilucida o la esclarece; se alinea, amolda o sincroniza con ella y, en ocasiones, la crea. Con todo, el hecho de que la verdad ontológica y la verdad epistemológica no sean lo mismo, no quiere decir que no haya ninguna conexión entre ambas acepciones. La palabra verdad bebe del latín veritās, y su esencia primigenia nos remite a la cultura clásica en virtud del término griego alétheia, cuyo significado etimológico es sin velos o desvelada. En la Antigua Grecia, la verdad ontológica es idéntica a la realidad o identidad, esto es, lo que permanece por debajo de las apariencias que cambian. Ahora bien, la realidad no sólo está formada por hechos puntuales – como la acción de haber puesto mi pie encima de una mesa blanca – o por cosas tangibles – como un árbol, una brújula, una persona o una estrella –, sino también por entidades abstractas – como un número, un conjunto o un concepto. Piénsalo: ¿dirías tú que el dígito 2 es menos real que un teléfono móvil? ¿Y qué hay de un poema de Gustavo Adolfo Bécquer? Y no me refiero a las letras impresas con tinta en un folio o pixeladas en la pantalla de tu ordenador, sino al contenido de cada verso que constituye la pieza literaria per se. Asimismo, una cuestión vigente en filosofía de la ciencia es el tipo de realidad inherente a las partículas que integran a los átomos, a saber, electrones, protones y neutrones: ¿son acaso las entidades subatómicas tan reales como un objeto cualquiera colocado sobre tu escritorio? Bueno, pues la razón primordial, principio originario, naturaleza íntima o sustancia subyacente que constituye lo que las cosas son verdaderamente (sea lo que ello fuere) recibe el nombre de arché o arjé (ἀρχή), y ha sido interpretado por diversas escuelas griegas de un sinfín de maneras: la materia, los números, los átomos, las ideas… Sin ánimo de complicarnos la vida, pongamos otra vez como ejemplo tu escritorio mismo: ¿deberíamos decir que lo que existe en el mundo es una mesa como tal? ¿O quizás sería más apropiado alegar que, estrictamente hablando, hay una estructura de aluminio, un conjunto de moléculas o una combinación específica de ceros y unos? En cualquier caso, el arjé o principio original de todas las cosas subyace a lo sensible, motivo por el cual sólo se puede acceder a él a través del pensamiento como función o facultad del alma. De ahí que la verdad sea concebida como alétheia o descubrimiento del ser oculto por el velo de lo aparente. En lo que a esto respecta, ¿qué es aquello que se encuentra detrás de lo que parece ser? Y más inquietante aún, ¿es esa realidad a la cual apunta nuestro aparato intelectual tangible o, más bien, intangible?
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00:00-01:06 - Introducción.
01:06-06:11 - ¿Qué es alétheia?
06:11-09:00 - ¿Qué es arké?
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22:06-34:34 - (2) El hilemorfismo aristotélico.
34:34-35:55 - Conclusión.
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Grosso modo, la realidad contiene en sí misma su propio ser, esencia y leyes, así como los resultados de su acción y desarrollo. Si se afirma que lo real es objetivo en toda su concreción, no sólo ha de distinguirse de lo aparente, imaginario y fantástico, sino también de lo concebido, imaginado y lógico – aquello que pertenece al terreno del logos o razón. A lo largo del documental titulado “Qué es la verdad”, tuvimos la oportunidad de estudiar a fondo la teoría de la correspondencia, la cual se sintetiza en que la veracidad o falsedad de un enunciado o proposición está determinada por la manera en la que se corresponde con el mundo; o sea, en la concordancia del conocimiento afirmado con el objeto del cual se afirma algo: “decir de lo que es que es y de lo que no es que no es es lo verdadero”, dijo un pensador que mencionaremos más adelante. Pero a la realidad le da igual si declaramos de ella que es de un modo cuando es de otro, o que no es de cierta manera cuando en realidad sí lo es, salvo que su transformación encuentre cierto poder causal en tales equivocaciones. Ontológicamente hablando, uno no dice la realidad, sino que la descubre, la dilucida o la esclarece; se alinea, amolda o sincroniza con ella y, en ocasiones, la crea. Con todo, el hecho de que la verdad ontológica y la verdad epistemológica no sean lo mismo, no quiere decir que no haya ninguna conexión entre ambas acepciones. La palabra verdad bebe del latín veritās, y su esencia primigenia nos remite a la cultura clásica en virtud del término griego alétheia, cuyo significado etimológico es sin velos o desvelada. En la Antigua Grecia, la verdad ontológica es idéntica a la realidad o identidad, esto es, lo que permanece por debajo de las apariencias que cambian. Ahora bien, la realidad no sólo está formada por hechos puntuales – como la acción de haber puesto mi pie encima de una mesa blanca – o por cosas tangibles – como un árbol, una brújula, una persona o una estrella –, sino también por entidades abstractas – como un número, un conjunto o un concepto. Piénsalo: ¿dirías tú que el dígito 2 es menos real que un teléfono móvil? ¿Y qué hay de un poema de Gustavo Adolfo Bécquer? Y no me refiero a las letras impresas con tinta en un folio o pixeladas en la pantalla de tu ordenador, sino al contenido de cada verso que constituye la pieza literaria per se. Asimismo, una cuestión vigente en filosofía de la ciencia es el tipo de realidad inherente a las partículas que integran a los átomos, a saber, electrones, protones y neutrones: ¿son acaso las entidades subatómicas tan reales como un objeto cualquiera colocado sobre tu escritorio? Bueno, pues la razón primordial, principio originario, naturaleza íntima o sustancia subyacente que constituye lo que las cosas son verdaderamente (sea lo que ello fuere) recibe el nombre de arché o arjé (ἀρχή), y ha sido interpretado por diversas escuelas griegas de un sinfín de maneras: la materia, los números, los átomos, las ideas… Sin ánimo de complicarnos la vida, pongamos otra vez como ejemplo tu escritorio mismo: ¿deberíamos decir que lo que existe en el mundo es una mesa como tal? ¿O quizás sería más apropiado alegar que, estrictamente hablando, hay una estructura de aluminio, un conjunto de moléculas o una combinación específica de ceros y unos? En cualquier caso, el arjé o principio original de todas las cosas subyace a lo sensible, motivo por el cual sólo se puede acceder a él a través del pensamiento como función o facultad del alma. De ahí que la verdad sea concebida como alétheia o descubrimiento del ser oculto por el velo de lo aparente. En lo que a esto respecta, ¿qué es aquello que se encuentra detrás de lo que parece ser? Y más inquietante aún, ¿es esa realidad a la cual apunta nuestro aparato intelectual tangible o, más bien, intangible?
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