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Contemplación de Dos Banderas - San Ignacio de Loyola
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Contemplación de Dos Banderas
San Ignacio de Loyola
Ejercicios Espirituales 136-148
de la película-documental:
Ignacio – el buscador de Dios
Un documental de animación sobre los Ejercicios Espirituales ignacianos.
¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que mueve a los jesuitas en lo profundo? Este innovador documental de animación acerca del fundador de los jesuitas muestra su búsqueda de Dios e invita a una propia búsqueda personal.
Para más información sobre los Ejercicios Espirituales:
136 4º día. El cuarto día meditación de DOS BANDERAS una de Cristo, sumo capitán y señor nuestro, la otra de Lucifer, mortal enemigo de nuestra humana naturaleza
Oración. La oración preparatoria acostumbrada.
137 Primer preámbulo. El primer preámbulo es la historia será aquí cómo Cristo llama y quiere a todos bajo su bandera, y Lucifer, al contrario, bajo la suya.
138 Segundo preámbulo. El segundo: composición viendo el lugar. Será aquí ver un gran campamento en toda aquella región de Jerusalén, donde el sumo capitán general de los buenos es Cristo nuestro Señor; otro campamento en la región de Babilonia, donde el caudillo de los enemigos es Lucifer.
139 Tercer preámbulo. El tercero: pedir lo que quiero; y será aquí pedir conocimiento de los engaños del mal caudillo, y ayuda para guardarme de ellos, y conocimiento de la vida verdadera que nos muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para imitarle.
140 Primer punto. El primer punto es imaginar como si el caudillo de todos los enemigos tomase asiento en aquel gran campamento de Babilonia, en una especie de cátedra grande de fuego y humo, en figura horrible y espantosa.
141 Segundo punto. El segundo: considerar cómo hace un llamamiento a innumerables demonios y cómo los esparce a unos en una ciudad y a otros en otra, y así por todo el mundo, no dejando provincias, lugares, estados ni personas algunas en particular.
142 Tercer punto. El tercero considerar el discurso que les dirige, cómo los exhorta a echar redes y cadenas; de manera que primero deberán tentar de codicia de riquezas, como suele ser comúnmente, para que más fácilmente lleguen al vano honor del mundo, y después a crecida soberbia, de manera que el primer escalón sea de riquezas, el segundo de honor y el tercero de soberbia; y de estos tres escalones induce a todos los otros vicios.
143 Así por el contrario, hay que imaginar al sumo y verdadero capitán que es Cristo nuestro Señor.
144 Primer punto. El primer punto es considerar cómo Cristo nuestro Señor se pone en un gran campamento de aquella región de Jerusalén humilde, hermoso y afable.
145 Segundo punto. El segundo: considerar cómo el Señor de todo el mundo escoge tantas personas, apóstoles, discípulos, etc. y los envía por todo el mundo a esparcir su sagrada doctrina por todos los estados y condiciones de personas.
146 Tercer punto. El tercero: considerar el sermón que Cristo nuestro Señor dirige a todos sus siervos y amigos, que envía a esa tarea encomendándoles que a todos quieran ayudar para traerlos, primero a suma pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servida y los quisiere elegir, no menos a la pobreza actual, segundo, a deseo de oprobios y menosprecios, porque de estas dos cosas se sigue la humildad; de manera que sean tres escalones: el primero, pobreza frente a riqueza; el segundo oprobio o menosprecio frente al honor mundano; el tercero, humildad frente a soberbia; y de estos tres escalones induzcan a todas las otras virtudes.
147 Coloquio. Un coloquio a Nuestra Señora porque me alcance gracia de su Hijo y Señor, para que yo sea recibido bajo su bandera, y primero en suma pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servido y me quisiere elegir y recibir, no menos en la pobreza actual; segundo, en pasar oprobios e injurias por imitarle más en ellas, con tal de que las pueda pasar sin pecado de ninguna persona y sin desagradar a su divina majestad; después decir un Ave María.
Segundo coloquio. Pedir otro tanto al Hijo, para que me lo alcance del Padre, y después decir el “Alma de Cristo”.
Tercer coloquio. Pedir otro tanto al Padre, para que él me lo conceda, y decir un Padrenuestro.
Fuente: Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola
San Ignacio de Loyola
Ejercicios Espirituales 136-148
de la película-documental:
Ignacio – el buscador de Dios
Un documental de animación sobre los Ejercicios Espirituales ignacianos.
¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que mueve a los jesuitas en lo profundo? Este innovador documental de animación acerca del fundador de los jesuitas muestra su búsqueda de Dios e invita a una propia búsqueda personal.
Para más información sobre los Ejercicios Espirituales:
136 4º día. El cuarto día meditación de DOS BANDERAS una de Cristo, sumo capitán y señor nuestro, la otra de Lucifer, mortal enemigo de nuestra humana naturaleza
Oración. La oración preparatoria acostumbrada.
137 Primer preámbulo. El primer preámbulo es la historia será aquí cómo Cristo llama y quiere a todos bajo su bandera, y Lucifer, al contrario, bajo la suya.
138 Segundo preámbulo. El segundo: composición viendo el lugar. Será aquí ver un gran campamento en toda aquella región de Jerusalén, donde el sumo capitán general de los buenos es Cristo nuestro Señor; otro campamento en la región de Babilonia, donde el caudillo de los enemigos es Lucifer.
139 Tercer preámbulo. El tercero: pedir lo que quiero; y será aquí pedir conocimiento de los engaños del mal caudillo, y ayuda para guardarme de ellos, y conocimiento de la vida verdadera que nos muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para imitarle.
140 Primer punto. El primer punto es imaginar como si el caudillo de todos los enemigos tomase asiento en aquel gran campamento de Babilonia, en una especie de cátedra grande de fuego y humo, en figura horrible y espantosa.
141 Segundo punto. El segundo: considerar cómo hace un llamamiento a innumerables demonios y cómo los esparce a unos en una ciudad y a otros en otra, y así por todo el mundo, no dejando provincias, lugares, estados ni personas algunas en particular.
142 Tercer punto. El tercero considerar el discurso que les dirige, cómo los exhorta a echar redes y cadenas; de manera que primero deberán tentar de codicia de riquezas, como suele ser comúnmente, para que más fácilmente lleguen al vano honor del mundo, y después a crecida soberbia, de manera que el primer escalón sea de riquezas, el segundo de honor y el tercero de soberbia; y de estos tres escalones induce a todos los otros vicios.
143 Así por el contrario, hay que imaginar al sumo y verdadero capitán que es Cristo nuestro Señor.
144 Primer punto. El primer punto es considerar cómo Cristo nuestro Señor se pone en un gran campamento de aquella región de Jerusalén humilde, hermoso y afable.
145 Segundo punto. El segundo: considerar cómo el Señor de todo el mundo escoge tantas personas, apóstoles, discípulos, etc. y los envía por todo el mundo a esparcir su sagrada doctrina por todos los estados y condiciones de personas.
146 Tercer punto. El tercero: considerar el sermón que Cristo nuestro Señor dirige a todos sus siervos y amigos, que envía a esa tarea encomendándoles que a todos quieran ayudar para traerlos, primero a suma pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servida y los quisiere elegir, no menos a la pobreza actual, segundo, a deseo de oprobios y menosprecios, porque de estas dos cosas se sigue la humildad; de manera que sean tres escalones: el primero, pobreza frente a riqueza; el segundo oprobio o menosprecio frente al honor mundano; el tercero, humildad frente a soberbia; y de estos tres escalones induzcan a todas las otras virtudes.
147 Coloquio. Un coloquio a Nuestra Señora porque me alcance gracia de su Hijo y Señor, para que yo sea recibido bajo su bandera, y primero en suma pobreza espiritual, y si su divina majestad fuere servido y me quisiere elegir y recibir, no menos en la pobreza actual; segundo, en pasar oprobios e injurias por imitarle más en ellas, con tal de que las pueda pasar sin pecado de ninguna persona y sin desagradar a su divina majestad; después decir un Ave María.
Segundo coloquio. Pedir otro tanto al Hijo, para que me lo alcance del Padre, y después decir el “Alma de Cristo”.
Tercer coloquio. Pedir otro tanto al Padre, para que él me lo conceda, y decir un Padrenuestro.
Fuente: Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola