🎻Charmaine → Mantovani Orchestra (1958) 🍁

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«Charmaine» es una famosa canción compuesta por Ernö Rapée y Lew Pollack en 1926 y publicada en 1927. Se compuso originalmente para la película muda estadounidense de 1926 'What Price Glory?' ("El precio de la gloria"), protagonizada por Dolores del Río, Victor McLaglen y Edmund Lowe.

La versión fonográfica de «Charmaine» con mayor éxito en ventas fue la grabada y lanzada por Guy Lombardo y Su Orquesta en 1927; apareció en la película musical estadounidense 'Two girls and a Sailor' (1944).

La versión de Mantovani de «Charmaine» fue arreglada por Ronald Binge (el creador del famoso "sonido en cascada" de Mantovani) y fue publicada en 1951, constituyéndose en el primer gran éxito de Mantovani en Estados Unidos. En 1958, Mantovani grabaría la versión estereofónica.

Ese mismo año, en 1951, la grabación de la orquesta de Gordon Jenkins, con la interpretación vocal de Bob Carroll, también estuvo en listas musicales (Billboard).

El grupo inglés originario de Irlanda, de pop-rock, The Bachelors, grabó también una versión en 1962. De «Charmaine» se han publicado innumerables versiones.

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En la nota de contraportada dice lo siguiente:
«Ponle sentimiento a tu música, hijo mío», solía decirle el padre de Mantovani. «La música sin sentimiento es poco más que ruido».

Mantovani ha seguido ese buen consejo durante toda su carrera fabulosamente exitosa. Dirigida por su batuta, su orquesta pasa de una bella y emocionante melodía a otra; los violines se elevan y caen en cascada, creando fuentes de sonidos trepidantes; los temas familiares se transforman en joyas deslumbrantes de diseño. Sin embargo, por rica que sea la ambientación que conciba, por sugerentes o coloridas que sean las armonías, la música de Mantovani siempre está llena de calidez y emoción. No es de extrañar que millones de personas de todo el mundo respondan a su arte y brillantez.

Si 10.000 personas quedaron embelesadas anoche, échenle la culpa a Mantovani, que parece tener una varita mágica en lugar de una fina batuta. Ningún director ha estado tan ligado a la música que crea su orquesta. Los potentes y vibrantes violines son la característica más distintiva de la instrumentación de Mantovani.

Entre los muchos miles de personas en Europa y América que se han congregado para oír a Mantovani y su orquesta, algunos se mostraron escépticos, pues piensan que este "nuevo sonido" sólo es el resultado de grabaciones trucadas.

Pero Mantovani se enorgullece de que todos sus efectos puedan producirse en una sala de conciertos común y corriente. Sólo dependen de los arreglos y de la hábil interpretación de estas orquestaciones.

Todo empezó en 1951. A Mantovani, ya popular en ambos lados del Atlántico, se le pidió que grabase algunas melodías especialmente para América. Se dio cuenta de que debía hacer algo muy distinto del tipo de música en el que destacaban las orquestas estadounidenses, y decidió que su mejor estrategia era emplear un gran cantidad de cuerdas y hacerles los arreglos de una manera nueva y emocionante. Su primera tarea fue convencer a la Compañía Discográfica London de que se justificaría una orquesta de semejante tamaño. Estuvieron de acuerdo e hicieron un discos de larga duración de doce valses. Uno de estos, «Charmaine», prensado a velocidad normal, vendió rápidamente más de un millón de copias y supuso para Mantovani un disco de oro. También le consagró, casi de la noche a la mañana, como una de las personalidades más reconocibles del mundo de la música ligera.

Normalmente, Mantovani utiliza veintiocho instrumentos de cuerda (seis primeros violines, seis segundos violines, seis terceros violines, cuatro violas, cuatro cellos y dos contrabajos) compensados con trece metales, maderas y percusión. Cuando se le pregunta acerca de su método de orquestación, contesta con mucha sencillez: «Oigo claramente en mi cabeza la música para la orquesta completa. Y simplemente lo pongo en papel». Esa escueta afirmación es típica de su enfoque musical. La verdadera respuesta a la pregunta de cómo crea Mantovani sus deslumbrantes y brillantes orquestaciones es que está en su imaginación.

En Londres, Mantovani utiliza una orquesta normal para grabar, pero en el extranjero ha trabajado con la Orquesta Sinfónica de Londres y con músicos de las principales orquestas estadounidenses. "Si tienes buenos músicos", dice, "siempre puedes obtenerlo de ellos. Lo único es que deben sentir la música". Con este comentario se hacía eco de la máxima de su padre y expresaba una vez más el credo artístico que anima su música.
- Charles Fox
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