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Jordan Belfort LOBO DE WALL STREET
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Es la década de 1960, un tiempo de bonanza en Estados Unidos, para todos, incluso para las familias que viven de un salario, como Max y Leah Belfort. Quienes se mudan a un departamento más grande en Queens New York y deciden tener su segundo hijo. Así, el 9 de julio de 1962 nace, en un edificio cooperativo de Bay Terrace, Jordan Ross Belfort. El que en unos años sería apodado como El Lobo de Wall Street.
El pequeño Jordan creció entre cifras, impuestos, facturas y números, viendo a su madre y a su padre llevar las cuentas de otros, pues ambos trabajaban como contadores. Con una mente inquisitiva y audaz, el niño dominó en poco tiempo las matemáticas y las finanzas, quizá ni el mismo imaginaba que ese legado lo llevaría en unos años a ser uno de los grandes magnates de New York, y a la cima de Wall Street.
Su primer negocio antes de completar la escuela secundaria
Es el año 1977 y Jordan tiene 15 años, y aunque no ha terminado la educación secundaria, ya es un as con las finanzas. Y a diferencia de sus padres, Jordan quiere sentir el dinero en sus manos… su propio dinero. Ese sentimiento voraz e incontrolable que está sintiendo le dice que es momento de tomar acción, y eso es lo que hace.
Una noche, mientras piensa en su estrategia para mejorar la vida que lleva junto a sus padres, un plan brillante para hacer dinero, mucho dinero, se le cruza por la mente. Y de inmediato decide ponerlo en marcha. Además, tiene el apoyo perfecto para hacerlo, su amigo Elliot Loeweenstern, otro adolescente con ganas de salir adelante.
¿Cómo era eso posible? Jordan tenía algo, un don nato de convencer, de persuadir, ese toque al que ningún comprador se resiste. Eso, combinado a su gran sonrisa y tenacidad, fueron la combinación perfecta para conseguir ganar 20 mil dólares en un mes, vendiendo helados.
Este negocio le confirmó a Jordan lo que quería hacer con su vida: ¡vender y ganar dinero… mucho dinero! Pero apenas era un adolescente, y sus padres, aunque eran modestos, y llevaban una vida sencilla, querían que su hijo tuviera una profesión.
El pequeño Jordan creció entre cifras, impuestos, facturas y números, viendo a su madre y a su padre llevar las cuentas de otros, pues ambos trabajaban como contadores. Con una mente inquisitiva y audaz, el niño dominó en poco tiempo las matemáticas y las finanzas, quizá ni el mismo imaginaba que ese legado lo llevaría en unos años a ser uno de los grandes magnates de New York, y a la cima de Wall Street.
Su primer negocio antes de completar la escuela secundaria
Es el año 1977 y Jordan tiene 15 años, y aunque no ha terminado la educación secundaria, ya es un as con las finanzas. Y a diferencia de sus padres, Jordan quiere sentir el dinero en sus manos… su propio dinero. Ese sentimiento voraz e incontrolable que está sintiendo le dice que es momento de tomar acción, y eso es lo que hace.
Una noche, mientras piensa en su estrategia para mejorar la vida que lleva junto a sus padres, un plan brillante para hacer dinero, mucho dinero, se le cruza por la mente. Y de inmediato decide ponerlo en marcha. Además, tiene el apoyo perfecto para hacerlo, su amigo Elliot Loeweenstern, otro adolescente con ganas de salir adelante.
¿Cómo era eso posible? Jordan tenía algo, un don nato de convencer, de persuadir, ese toque al que ningún comprador se resiste. Eso, combinado a su gran sonrisa y tenacidad, fueron la combinación perfecta para conseguir ganar 20 mil dólares en un mes, vendiendo helados.
Este negocio le confirmó a Jordan lo que quería hacer con su vida: ¡vender y ganar dinero… mucho dinero! Pero apenas era un adolescente, y sus padres, aunque eran modestos, y llevaban una vida sencilla, querían que su hijo tuviera una profesión.
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