4 de Junio - Nuestra Señora de Edesa

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San Alexis, también conocido como San Alejo, fue hijo de un senador
romano. Vivió en Roma en el siglo cuarto.

Al crecer, sus padres le eligieron esposa, pero Alexis quería dar su vida a
Dios. En obediencia a sus deseos, Alexis se casó, pero después de la
ceremonia por inspiración divina, se quitó el anillo de la boda y se lo devolvio a su novia. Ella había consentido en esto, y así Alexis salió de Roma en secreto y se embarcó hacia Siria.

Luego viajó a Edesa, donde empezó a vivir la vida de un mendigo común a
la entrada de una iglesia dedicada a la Santísima Virgen María, Nuestra
Señora de Edesa.

Sin saber las circunstancias de su desaparición, su familia lo buscó en vano durante muchos años. Alexis estaba contento de vivir sobreviviendo de las escasas limosnas que obtenía cada día después de orar ante la imagen de la Santísima Virgen en el santuario de Edesa. Pasó gran parte de su tiempo cuidando a los enfermos y débiles en el hospital de esa ciudad. Nunca hablaba de sí mismo, o de la vida que había dejado atrás.

Un día, la imagen venerada por Alexis habló a un sacristán, revelando que él era un «hombre de Dios» y dando a conocer su santidad a todo el pueblo de Edesa.

Alexis se encuentra de repente venerado como un santo. Asombrado por la
revelación de Nuestra Señora de Edesa, huyó de la ciudad a un lugar donde
pudiera permanecer desconocido.

Abordó un barco a Tarso, pero una tormenta obligó al buque a regresar a la
costa italiana. Al ver la mano de Dios en este acontecimiento, Alexis regresó a la casa de su infancia en la ciudad de Roma. Sus padres todavía estaban vivos, pero no reconocieron a su propio hijo.

Él, que era heredero de un título nobiliario se le dio un modesto empleo y
un rincón debajo de las escaleras donde podía dormir. No se reveló a nadie. Alexis pasó los restantes 17 años de su vida como un extraño en su propia casa, sufriendo el desprecio y burlas de los siervos de su padre en la paciencia y la humildad. Alexis agradeció a Nuestra Señora de Edesa, el
regreso a su hogar.

Nuestra Señora de Edesa, que recompensa y da amor a tus buenos hijos, haz que, escuchando tus consejos, jamás nos apartemos de Ti.

A ejemplo de san Alexis a quien libraste del peligro, nos consagramos a ti en humildad y obediencia. Qué jamás pongamos nuestra esperanza en los
bienes terrenales, antes bien, ayúdanos a conquistar los eternos para vivir
dignamente en la presencia de Dios. Amén.

Comparte con nosotros 365 días de la mano de la Virgen María, conoce la historia, momentos importantes, apariciones y grandes milagros.
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