12 MISTERIOS en el asesinato de CARRERO BLANCO

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50 años después del asesinato de Carrero Blanco, sigue sin aclararse quién ayudó a ETA a matar al Presidente de Gobierno.

El Régimen de Franco pudo detener antes y después a los etarras, pero no lo hizo.

Ernesto Villar cuenta en su libro "Todos quieren matar a Carrero: la conspiración dentro del Régimen" (LibrosLibres), esas incognitas por resolver, y son estas:

1. Dos años antes del asesinato, la Policía desarticula un plan para secuestrar a Carrero.

El Régimen sabe entonces que el almirante es una pieza fácil y vulnerable pero no trata de cambiarle ni uno solo de sus hábitos.

2. Durante casi dos años, hasta 30 etarras se pasean por las zonas más vigiladas de Madrid, roban armas y documentos, dejan huellas, alquilan 9 pisos y 4 coches.

Algo impensable, por ejemplo, para la oposición comunista, que no movía un dedo sin ser detectada.

3. El comisario de Bilbao infiltra a dos confidentes en ETA que telegrafían todos sus movimientos. Tienen el nombre y hábitos de los 27 jefes de ETA y 41 «liberados». La información se guarda en un cajón.

4. Los confidentes destapan al menos 4 operaciones para atentar contra altas personalidades. Se refuerza la seguridad del príncipe Juan Carlos y el director de la Guardia Civil, Carlos Iniesta Cano, pero nadie cambia los itinerarios de Carrero Blanco.

5. La sombra de la CIA. El atentado se produce a menos de 100 metros de la embajada de EEUU, y horas después de que el secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, mantenga con Carrero una reunión que termina como el rosario de la aurora y demuestra a Washington que es imposible entenderse con el sucesor de Franco.

6. «No entren en el piso franco de ETA». Un alto mando de la Guardia Civil ordena parar en el último momento el registro al piso franco de ETA.

Estaba lleno de huellas y pruebas, incluido el plano de huida de los etarras desde Claudio Coello.

Esta operación habría permitido por si sola desarticular el comando y frustrar el magnicidio.

7. El despacho de Carrero, desvalijado. Horas después del atentado, alguien vacía el despacho de Carrero Blanco, en la sede de Presidencia, y se lleva todas sus pertenencias, incluidas las anotaciones oficiales del almirante. Nunca aparecieron.

8. El Gobierno deja escapar a los etarras. Al mismo tiempo, los servicios secretos franceses detectan a los cabecillas en el sur de Francia y ofrecen a España llevarlos a la frontera para ser detenidos y llevados a Madrid.

El embajador en París, Pedro Cortina Mauri, se niega. Diez días después es ascendido a ministro de Asuntos Exteriores.

9. «No hay mal que por bien no venga». En el discurso de Navidad del 30 de diciembre, Franco resume con esta frase el magnicidio. Ni estaba gagá ni le escribieron el discurso, como lo demuestra el hecho de que él mismo retocó e hizo anotaciones en las palabras que leyó ante las cámaras.

10. El responsable político de evitar el atentado, ascendido a presidente. En lugar de dimitir o ser cesado, el ministro de la Gobernación (hoy Interior) y máximo responsable de proteger a Carrero y evitar el magnicidio, Carlos Arias Navarro, es ascendido a presidente del Gobierno para sorpresa de todos.

11. Muere el fiscal que quería llegar hasta el final. El ministro del Movimiento, Fernando Herrero Tejedor, había prometido como fiscal del Estado llegar hasta el final en la investigación.

Anunció públicamente que había alguien detrás de ETA en la comisión del atentado. Murió en un accidente de tráfico que, según algunos agentes de inteligencia, fue provocado por los servicios secretos para que no hablara.

12. El sumario perdido. El sumario de 3.009 folios del caso (142/1973), el más importante de la historia reciente de España, permaneció oculto durante décadas.

En él no están incluidas partes fundamentales de la investigación, entre ellas lo más destacado de la declaración del jefe etarra «Ezkerra».

Fue de mano en mano y de jurisdicción en jurisdicción.

Uno de sus jueces instructores, Luis de la Torre, llegó a denunciar que fue apartado tras decir que la CIA estaba detrás y conocía los planes de matar a Carrero.
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