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Lección 32 El gran desconocido | Consagración a Jesús por María en 33 días.
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¿Qué veremos en esta lección?
¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
P. Royo Marín. O.P.: El Padre ama a su Hijo: ¡es tan bello! Es su propia luz, su propio esplendor, su gloria, su imagen, su Verbo... El Hijo ama al Padre: ¡es tan bueno, y se le da íntegra y totalmente a sí mismo en el acto generador con una tan amable y completa plenitud! Y estos dos amores inmensos del Padre y del Hijo no se expresan en el cielo con palabras, cantos, gritos..., porque el amor, llegando al máximo grado, no habla, no canta, no grita; sino que se expansiona en un aliento, en un soplo, que entre el Padre y el Hijo se hace, como ellos, real, sustancial, personal, divino: el Espíritu Santo.
Catecismo, 689
¿CÓMO LO RECIBIMOS?
+Por el bautismo: “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch 2,38).
+La confirmación "fortaleza especial": Catecismo, 1285
Hch 8, 15-17.
LO QUE SERÍA IMPOSIBLE SIN EL ESPÍRITU SANTO
La creación del mundo: (Gen 1,2).
La fuerza de los profetas del Antiguo Testamento: (cf. Catecismo, 702) (Num 11,29).
La encarnación del Verbo: (cf. Lc 2,11).
Reconocer a Jesús como el Señor: (1 Cor 12, 3).
Amar a Dios: (Rom 5,5).
La existencia de la Iglesia: (Hch 1,14) (Hch 2,2-4).
Ser cristianos: (1 Cor 12,13).
Ser hijos de Dios: (Rom 8,14-15).
Ser santos: (Gál 6,25)
Hacer oración: (Rom 8, 26)
Entender la Palabra de Dios: (2 Pe 1,20)
Conocer la Verdad: (Jn 16, 13).
Ser libres: (2 Cor 3,17).
Ser valientes: (2 Tim 1,7).
Lograr conversiones: (1 Cor 2,4-5).
Hacer milagros y expulsar demonios: (Mc 16,17-18)
La unidad: (Jn 11, 52).
Superar la tentación: (1 Cor 10,13).
Recibir sus frutos: (Gál 5,22-23).
¡VEN ESPÍRITU SANTO!
El Padre: “dará el Espíritu Santo a quien se lo pida” (Lc 11,13).
DONES DEL ESPÍRITU SANTO
«Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf. Is 11,1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.» (Catecismo, 1831).
+Sabiduría: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios.
+Inteligencia (Entendimiento): Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.
+Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma.
+Fortaleza: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.
+Ciencia: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador.
+Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre. Clamar ¡Abbá, Padre!
+Temor de Dios: Espíritu contrito ante Dios, conscientes de las culpas y del castigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia divina. Temor a ofender a Dios, humildemente reconociendo nuestra debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor de Dios: el alma se preocupa de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de “permanecer” y de crecer en la caridad (cf. Jn 15, 4-7).
En definitiva, podemos decir que todo lo que tiene que ver con el Espíritu Santo es más para ser vivido que para ser comprendido. Dejémonos inundar por su presencia y él nos revelará al Hijo eterno del Padre. (cf. Catecismo, 689).
PRÁCTICA: Orar y tratar de aprenderse de memoria la SECUENCIA DEL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
P. Royo Marín. O.P.: El Padre ama a su Hijo: ¡es tan bello! Es su propia luz, su propio esplendor, su gloria, su imagen, su Verbo... El Hijo ama al Padre: ¡es tan bueno, y se le da íntegra y totalmente a sí mismo en el acto generador con una tan amable y completa plenitud! Y estos dos amores inmensos del Padre y del Hijo no se expresan en el cielo con palabras, cantos, gritos..., porque el amor, llegando al máximo grado, no habla, no canta, no grita; sino que se expansiona en un aliento, en un soplo, que entre el Padre y el Hijo se hace, como ellos, real, sustancial, personal, divino: el Espíritu Santo.
Catecismo, 689
¿CÓMO LO RECIBIMOS?
+Por el bautismo: “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch 2,38).
+La confirmación "fortaleza especial": Catecismo, 1285
Hch 8, 15-17.
LO QUE SERÍA IMPOSIBLE SIN EL ESPÍRITU SANTO
La creación del mundo: (Gen 1,2).
La fuerza de los profetas del Antiguo Testamento: (cf. Catecismo, 702) (Num 11,29).
La encarnación del Verbo: (cf. Lc 2,11).
Reconocer a Jesús como el Señor: (1 Cor 12, 3).
Amar a Dios: (Rom 5,5).
La existencia de la Iglesia: (Hch 1,14) (Hch 2,2-4).
Ser cristianos: (1 Cor 12,13).
Ser hijos de Dios: (Rom 8,14-15).
Ser santos: (Gál 6,25)
Hacer oración: (Rom 8, 26)
Entender la Palabra de Dios: (2 Pe 1,20)
Conocer la Verdad: (Jn 16, 13).
Ser libres: (2 Cor 3,17).
Ser valientes: (2 Tim 1,7).
Lograr conversiones: (1 Cor 2,4-5).
Hacer milagros y expulsar demonios: (Mc 16,17-18)
La unidad: (Jn 11, 52).
Superar la tentación: (1 Cor 10,13).
Recibir sus frutos: (Gál 5,22-23).
¡VEN ESPÍRITU SANTO!
El Padre: “dará el Espíritu Santo a quien se lo pida” (Lc 11,13).
DONES DEL ESPÍRITU SANTO
«Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf. Is 11,1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.» (Catecismo, 1831).
+Sabiduría: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios.
+Inteligencia (Entendimiento): Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.
+Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma.
+Fortaleza: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.
+Ciencia: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador.
+Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre. Clamar ¡Abbá, Padre!
+Temor de Dios: Espíritu contrito ante Dios, conscientes de las culpas y del castigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia divina. Temor a ofender a Dios, humildemente reconociendo nuestra debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor de Dios: el alma se preocupa de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de “permanecer” y de crecer en la caridad (cf. Jn 15, 4-7).
En definitiva, podemos decir que todo lo que tiene que ver con el Espíritu Santo es más para ser vivido que para ser comprendido. Dejémonos inundar por su presencia y él nos revelará al Hijo eterno del Padre. (cf. Catecismo, 689).
PRÁCTICA: Orar y tratar de aprenderse de memoria la SECUENCIA DEL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
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