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La Humildad
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Un hombre cumplía años y el momento de soplar las velas del pastel llegó.
Como de costumbre, antes debía pedir un deseo, pero no sabía que pedir, así que pensó:
- Deseo recibir el regalo más precioso que alguien pueda recibir.
Sopló las velas y la fiesta continuo.
Al día siguiente, el hombre salió a caminar al parque, por el camino se encontró a un mendigo sentado en una banca observando unas aves, con una sonrisa que demostraba felicidad.
Le pareció curioso que un hombre en esa situación estuviera feliz, así que se acercó para preguntar.
Se sentó junto a él, además pretendía sentirse orgulloso de sus propios bienes, pues era un hombre a quien no le faltaba nada. Tenía un trabajo en el que ganaba mucho dinero. Una casa grande y un auto costoso. Sus hijos gozaban de los mejores juguetes y videojuegos, todo fruto de su esfuerzo.
En fin, el hombre estaba orgulloso de su éxito y quería agrandar algo más su ego a costa del pobre mendigo.
- Disculpe señor – dijo el hombre – me pregunto ¿Qué pediría usted como deseo de cumpleaños?
Esperaba que el hombre pidiera algo de dinero, así, de paso, podría darle algunos billetes que tenía y con esto haría la buena obra del año.
La respuesta del mendigo dejo al hombre sin palabras:
- Señor, si pidiera algo más de lo que tengo, sería algo agonista de mi parte – dijo el mendigo y continuó – yo ya he tenido todo lo que un hombre puede tener y más. Viví con mis padres y cada día me demostraban su amor, a pesar de las dificultades económicas que pasábamos, el amor nunca faltó en mi hogar, lamentablemente los perdí hace mucho tiempo, sufrí mucho, pero luego comprendí que muchos no conocen ese amor y eso me hizo sentir afortunado y agradecido.
Mas tarde conocí al amor de mi vida, con ella pasé momentos maravillosos, me sentía el hombre más afortunado, hasta que un día se marchó, sentí un gran vacío en mi corazón y una profunda tristeza, pero luego recordé que muchos no conocen ese amor en su vida y me sentí mejor.
Un día en este parque, un niño correteando cayó al suelo y comenzó a llorar. Yo fui, lo ayudé a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo, me sentí padre y me sentí feliz porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.
Cuando en el invierno siento hambre y frio, recuerdo la rica comida de mi madre y el calor de nuestro pequeño hogar y me siento agradecido porque sé que muchos siquiera han sentido esto en sus vidas.
Cuando consigo alguna pieza de pan, la comparto con otros mendigos, pues siento el placer de compartir con el que lo necesita, pues sé que muchos jamás sentirán esto.
Mi amigo, qué más puedo pedir a Dios cuando él ya me lo ha dado todo, lo más importante es que estoy consciente de ello.
Puedo ver la vida en su más simple expresión, como estas pequeñas aves jugando en el parque ¿Qué necesitan? Lo mismo que yo, nada más. Estamos agradecidos al cielo de esto y sé que pronto usted lo estará también.
El hombre miró al suelo unos segundos, pensando en la grandeza de las palabras de aquel sabio hombre, cuando levantó la mirada ya no estaba, solo quedaban las aves y un gran arrepentimiento de haber vivido sin haber conocido la vida.
Pensó que aquel hombre tal vez era un ángel enviado por Dios para entregarle el regalo más precioso que un hombre puede recibir… La Humildad.
Agradece a Dios por todo lo bueno que te da la vida y siéntete afortunado de la vida que vives.
Escrito original por Lili1623
Narración: Liliana Gonzalez
En este canal encontraras hermosas reflexiones para la vida, reflexiones sobre Dios, oraciones, vídeos inspiradores y motivadores. Mira nuestros otros vídeos y suscribete a nuestro canal, eso nos ayudaría a seguir adelante. Muchas gracias.
Música:
Licensed under Creative Commons: By Attribution 3.0
#Reflexiones
Como de costumbre, antes debía pedir un deseo, pero no sabía que pedir, así que pensó:
- Deseo recibir el regalo más precioso que alguien pueda recibir.
Sopló las velas y la fiesta continuo.
Al día siguiente, el hombre salió a caminar al parque, por el camino se encontró a un mendigo sentado en una banca observando unas aves, con una sonrisa que demostraba felicidad.
Le pareció curioso que un hombre en esa situación estuviera feliz, así que se acercó para preguntar.
Se sentó junto a él, además pretendía sentirse orgulloso de sus propios bienes, pues era un hombre a quien no le faltaba nada. Tenía un trabajo en el que ganaba mucho dinero. Una casa grande y un auto costoso. Sus hijos gozaban de los mejores juguetes y videojuegos, todo fruto de su esfuerzo.
En fin, el hombre estaba orgulloso de su éxito y quería agrandar algo más su ego a costa del pobre mendigo.
- Disculpe señor – dijo el hombre – me pregunto ¿Qué pediría usted como deseo de cumpleaños?
Esperaba que el hombre pidiera algo de dinero, así, de paso, podría darle algunos billetes que tenía y con esto haría la buena obra del año.
La respuesta del mendigo dejo al hombre sin palabras:
- Señor, si pidiera algo más de lo que tengo, sería algo agonista de mi parte – dijo el mendigo y continuó – yo ya he tenido todo lo que un hombre puede tener y más. Viví con mis padres y cada día me demostraban su amor, a pesar de las dificultades económicas que pasábamos, el amor nunca faltó en mi hogar, lamentablemente los perdí hace mucho tiempo, sufrí mucho, pero luego comprendí que muchos no conocen ese amor y eso me hizo sentir afortunado y agradecido.
Mas tarde conocí al amor de mi vida, con ella pasé momentos maravillosos, me sentía el hombre más afortunado, hasta que un día se marchó, sentí un gran vacío en mi corazón y una profunda tristeza, pero luego recordé que muchos no conocen ese amor en su vida y me sentí mejor.
Un día en este parque, un niño correteando cayó al suelo y comenzó a llorar. Yo fui, lo ayudé a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo, me sentí padre y me sentí feliz porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.
Cuando en el invierno siento hambre y frio, recuerdo la rica comida de mi madre y el calor de nuestro pequeño hogar y me siento agradecido porque sé que muchos siquiera han sentido esto en sus vidas.
Cuando consigo alguna pieza de pan, la comparto con otros mendigos, pues siento el placer de compartir con el que lo necesita, pues sé que muchos jamás sentirán esto.
Mi amigo, qué más puedo pedir a Dios cuando él ya me lo ha dado todo, lo más importante es que estoy consciente de ello.
Puedo ver la vida en su más simple expresión, como estas pequeñas aves jugando en el parque ¿Qué necesitan? Lo mismo que yo, nada más. Estamos agradecidos al cielo de esto y sé que pronto usted lo estará también.
El hombre miró al suelo unos segundos, pensando en la grandeza de las palabras de aquel sabio hombre, cuando levantó la mirada ya no estaba, solo quedaban las aves y un gran arrepentimiento de haber vivido sin haber conocido la vida.
Pensó que aquel hombre tal vez era un ángel enviado por Dios para entregarle el regalo más precioso que un hombre puede recibir… La Humildad.
Agradece a Dios por todo lo bueno que te da la vida y siéntete afortunado de la vida que vives.
Escrito original por Lili1623
Narración: Liliana Gonzalez
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