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Javier Camarena - «Hernando desventurado... Cara gitana del alma mía» (“El gitano por amor”, 2018)

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“El gitano por amor” fue la última ópera del cantante, compositor, productor, maestro de canto y director escénico Manuel García (Sevilla, 21 de enero de 1775 - París, 9 de junio de 1832). Se cree que la obra fue concebida en México, país al que había viajado en 1827 con el propósito de difundir el género lírico traduciendo al español obras francesas e italianas para mejorar su aceptación por el público mexicano. Su conclusión se produciría en la travesía de regreso a Europa dos años después. La ópera no llegaría a conocer una publicación íntegra ni tampoco existen evidencias de que llegase a ser representada. Ambientada en un pueblo de Andalucía e inspirada en “La gitanilla” de Miguel de Cervantes, su argumento versa sobre un joven enamorado de una gitana que exige a éste que se convierta en gitano como prueba de su amor por ella. Con influencias de Rossini y Meyerbeer, su exigente partitura, albergada en la Bibliothèque Nationale de París, actualizaba el lenguaje «aflamencado» de sus primeras tonadillas y operetas matizado por su experiencia belcantista. Entre todos sus fragmentos brilla especialmente “Hernando desventurado... Cara gitana del alma mía”, un aria de bravura con una cabaletta brillante que posee la estructura italiana de la época. Cuenta con un enorme interés dramático porque pasa por diferentes estados de ánimo del personaje. En 2018 la pieza fue incluida por el tenor mexicano Javier Camarena (1976) en el álbum “Contrabandista”, un trabajo dedicado a García editado por el sello Decca y promovido por la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli (1966) a través de su fundación. El proyecto fue dirigido por Gianluca Capuano y contó con la participación del conjunto barroco Les Musiciens du Prince-Monaco.
«Hernando desventurado,
¿qué es lo que haces?
¿A qué suerte fatal te has sometido?
¿He perdido el sentido?
¿O qué es este poder irresistible
que me fuerza a seguir
hasta el horrible abismo
de desdichas y pesares?
Navego en altos mares
y la idea cual ola procelosa
no sosiega, descansa, ni reposa,
pensando al dulce dueño,
pues por él todo hago
y todo empeño.
Cara gitana del alma mía,
del alma mía.
Por tus hechizos
daré la vida.
Y en mí no cabe,
cuando me miras,
dentro del pecho
mi corazón.
Y en mí no cabe,
cuando me miras,
dentro del pecho
mi corazón.
Y en mí no cabe
mi corazón.
Y en mí no cabe
mi corazón.
Mi corazón.
Mi corazón.
Y en mí no cabe
mi corazón,
mi corazón.
Cuando mi padre
me dio el retrato,
pensar no pudo,
que tan maltrato
de un hijo suyo
debió esperar.
Por esto siento
cada momento
su justa ira.
¡Hado fatal!
Por esto siento
cada momento
su justa ira,
su justa ira.
¡Hado fatal!
¡Hado fatal!
¡Hado fatal!
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Cuando mi padre
me dio el retrato,
pensar no pudo
que un tal maltrato
de un hijo suyo
debió esperar,
debió esperar,
debió esperar.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad,
dan a mi alma felicidad,
dan a mi alma felicidad,
felicicidad, felicidad.
Dan a mi alma felicidad.»
«Hernando desventurado,
¿qué es lo que haces?
¿A qué suerte fatal te has sometido?
¿He perdido el sentido?
¿O qué es este poder irresistible
que me fuerza a seguir
hasta el horrible abismo
de desdichas y pesares?
Navego en altos mares
y la idea cual ola procelosa
no sosiega, descansa, ni reposa,
pensando al dulce dueño,
pues por él todo hago
y todo empeño.
Cara gitana del alma mía,
del alma mía.
Por tus hechizos
daré la vida.
Y en mí no cabe,
cuando me miras,
dentro del pecho
mi corazón.
Y en mí no cabe,
cuando me miras,
dentro del pecho
mi corazón.
Y en mí no cabe
mi corazón.
Y en mí no cabe
mi corazón.
Mi corazón.
Mi corazón.
Y en mí no cabe
mi corazón,
mi corazón.
Cuando mi padre
me dio el retrato,
pensar no pudo,
que tan maltrato
de un hijo suyo
debió esperar.
Por esto siento
cada momento
su justa ira.
¡Hado fatal!
Por esto siento
cada momento
su justa ira,
su justa ira.
¡Hado fatal!
¡Hado fatal!
¡Hado fatal!
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Cuando mi padre
me dio el retrato,
pensar no pudo
que un tal maltrato
de un hijo suyo
debió esperar,
debió esperar,
debió esperar.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad.
Pero los ojos de mi gitana,
dan a mi alma felicidad,
dan a mi alma felicidad,
dan a mi alma felicidad,
felicicidad, felicidad.
Dan a mi alma felicidad.»
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