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El caserío - Zarzuela - Telefilm, TVE

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1972
Obra: Guillermo Fernández Shaw, Federico Romero
Música: Jesús Guridi
Dirección: Juan de Orduña
Guion: Jesús María de Arozamena
Intérpretes:
Paca Gabaldón, José Moreno, Armando Calvo, Antonio Durán, Roberto Camardiel, Teresa Hurtado, Tony Soler, José Franco, Pedrín Fernández, Luis Sagi Vela, Dolores Perez, Carlo del Monte, Enrique del Portal, Ramón Alonso, Rosa Sarmiento, Elena Guadaño, Adelardo Curros
"El caserío" se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (España) el 11 de noviembre de 1926.
"El caserío" es una comedia lírica en tres actos de carácter costumbrista, donde se expone la vida en una aldea campesina vasca contemporánea. Buena parte de la música está inspirada en el folclore vasco. Es una de las composiciones más importantes de Guridi.
Se localiza en la aldea imaginaria de Arrigorri, en Vizcaya. Se presentan de una forma estereotipada personajes típicos: el cura, el alcalde, el secretario, el indiano rico, la tabernera... Usan un habla característica, con acentos y giros propios del país.
Santi dueño de un caserío, desea la boda entre sus sobrinos Ana Mari y José Miguel para asegurar la descendencia a su propiedad.
Una polular zarzuela pasada al cine.
"El caserío" refleja el ambiente de aquel País Vasco de hace más de un siglo con procesiones de santos en medio de balcones engalanados con banderas españolas (monárquicas, por supuesto), una imagen inconcebible en la actualidad. Es como si retrocediéramos en el pasado para conocer un país étnico de pelotaris, txistularris, taberneras marimandonas, orondos curas que se apuntan a cualquier banquete y secretarios del ayuntamiento venidos de tierras lejanas.
Conocemos, aunque parcialmente, las costumbres de la Euskadi de hace más de un siglo. Un País Vasco conservador, religioso, siempre dispuesto a beber su txacolí y su sidra en la taberna. Por cierto no beben los famosos txiquitos bilbaínos.
En aquel tiempo era costumbre que algunos vascos se fueran hacer las Américas muy jóvenes hasta hacer fortuna. Entonces regresaban a su aldea ricos y solteros en su mayor parte. Otros fracasaban como mencionan en la zarzuela que nos ocupa.
Los indianos ricos volvían al pueblo ya maduros. Al haber dedicado todas sus energías a situarse y crear riqueza, no habían tenido tiempo para casarse y buscaban mujeres de su aldea para compartir con ellas su fortuna. Al estar casadas las damas de su edad, eran presa fácil de las más jóvenes, a veces eran sus propias sobrinas que veían así la oportunidad de marcharse de su terruño e iniciar una vida mejor, mucho más cómoda, en el otro lado del Atlántico aunque compartieran su vida con un esposo de mayor edad que ellas. Así todos se sacrificaban por la fortuna. Los hombres en crearla que lleva muchos años conseguirla, y las chicas al desposarse con ellos se ahorran esos años de lucha tan ingratos. Es como si atajaran el camino para situarse y alcanzar una buena posición.
Obra: Guillermo Fernández Shaw, Federico Romero
Música: Jesús Guridi
Dirección: Juan de Orduña
Guion: Jesús María de Arozamena
Intérpretes:
Paca Gabaldón, José Moreno, Armando Calvo, Antonio Durán, Roberto Camardiel, Teresa Hurtado, Tony Soler, José Franco, Pedrín Fernández, Luis Sagi Vela, Dolores Perez, Carlo del Monte, Enrique del Portal, Ramón Alonso, Rosa Sarmiento, Elena Guadaño, Adelardo Curros
"El caserío" se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (España) el 11 de noviembre de 1926.
"El caserío" es una comedia lírica en tres actos de carácter costumbrista, donde se expone la vida en una aldea campesina vasca contemporánea. Buena parte de la música está inspirada en el folclore vasco. Es una de las composiciones más importantes de Guridi.
Se localiza en la aldea imaginaria de Arrigorri, en Vizcaya. Se presentan de una forma estereotipada personajes típicos: el cura, el alcalde, el secretario, el indiano rico, la tabernera... Usan un habla característica, con acentos y giros propios del país.
Santi dueño de un caserío, desea la boda entre sus sobrinos Ana Mari y José Miguel para asegurar la descendencia a su propiedad.
Una polular zarzuela pasada al cine.
"El caserío" refleja el ambiente de aquel País Vasco de hace más de un siglo con procesiones de santos en medio de balcones engalanados con banderas españolas (monárquicas, por supuesto), una imagen inconcebible en la actualidad. Es como si retrocediéramos en el pasado para conocer un país étnico de pelotaris, txistularris, taberneras marimandonas, orondos curas que se apuntan a cualquier banquete y secretarios del ayuntamiento venidos de tierras lejanas.
Conocemos, aunque parcialmente, las costumbres de la Euskadi de hace más de un siglo. Un País Vasco conservador, religioso, siempre dispuesto a beber su txacolí y su sidra en la taberna. Por cierto no beben los famosos txiquitos bilbaínos.
En aquel tiempo era costumbre que algunos vascos se fueran hacer las Américas muy jóvenes hasta hacer fortuna. Entonces regresaban a su aldea ricos y solteros en su mayor parte. Otros fracasaban como mencionan en la zarzuela que nos ocupa.
Los indianos ricos volvían al pueblo ya maduros. Al haber dedicado todas sus energías a situarse y crear riqueza, no habían tenido tiempo para casarse y buscaban mujeres de su aldea para compartir con ellas su fortuna. Al estar casadas las damas de su edad, eran presa fácil de las más jóvenes, a veces eran sus propias sobrinas que veían así la oportunidad de marcharse de su terruño e iniciar una vida mejor, mucho más cómoda, en el otro lado del Atlántico aunque compartieran su vida con un esposo de mayor edad que ellas. Así todos se sacrificaban por la fortuna. Los hombres en crearla que lleva muchos años conseguirla, y las chicas al desposarse con ellos se ahorran esos años de lucha tan ingratos. Es como si atajaran el camino para situarse y alcanzar una buena posición.
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