Entre valores y principios, cualidades y normas que configuran nuestro proceder

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Los valores y principios de vida son amigos inseparables e inmateriales que nos acompañan todo el tiempo y, en cierto sentido, configuran la forma como nos desenvolvemos en sociedad.

Aunque son términos relativamente parecidos, en realidad poseen diferencias fundamentales. Por una parte, los valores debemos verlos y entenderlos como esas cualidades particulares de cada individuo, una base sólida sobre la cual edificamos nuestra personalidad, pero que —además— definen en buena medida nuestro comportamiento.

Mientras que los principios son un conjunto de normas éticas, que sirven como marco de referencia para nuestro comportamiento público en sociedad. Son esos parámetros que nos definen los linderos entre lo socialmente aceptado y lo que no está bien. Son normas asumidas.

Adicionalmente, los valores son propios de cada región en particular, de cada sociedad, son autóctonos y se trata de atributos aprendidos; mientras que los principios son universales y funcionan por igual en cualquier parte del mundo.

Para entender mejor estos conceptos que rigen buena parte de nuestras vidas, veamos algunos ejemplos:

En cuanto a los valores tenemos:

• La humanidad
• La responsabilidad
• La sinceridad
• El respeto hacia uno mismo
• La gratitud

Mientras que sobre los principios contamos con:

• El principio de vida
• El principio de libertad
• El principio de igualdad
• El principio de justicia
• El respeto por las leyes naturales

Adicionalmente, los principios nos permiten medir las consecuencias de nuestro proceder en sociedad, son nuestro llamado de conciencia, nuestro límite; mientras que los valores alimentan y nutren nuestra conducta; incluso, se dice que los valores aprendidos definen nuestra personalidad.

Así, pues, los principios y valores están ligados directamente a nuestra calidad de vida. Los principios nos sirven de orientación para utilizar nuestros valores, para diferenciar lo bueno de lo malo, lo socialmente aceptable y lo que no; pero, lo más importante, es que gracias a nuestros principios y valores podemos saber —con antelación— el tipo de consecuencias que tendrá nuestra conducta en sociedad.

El comportamiento individual define, en gran medida, cómo será nuestro día a día, tanto personal como socialmente, y los principios y valores nos marcan la ruta correcta hacia una convivencia en sociedad, en esa búsqueda permanente de un destino común, en armonía con nuestros semejantes.