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El lugar Supremo de la Biblia - APR 9

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Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.
Salmo 119: 165
Sí, un amor verdadero por el gran Libro nos traerá gran paz del gran Dios y será una gran protección para nosotros. Vivamos constantemente en la compañía de la ley del Señor, y ella producirá en nuestros corazones un descanso como ninguna otra cosa.
El Espíritu Santo actúa como Consolador a través de la Palabra y derrama esas influencias benignas que calman las tempestades del alma. Nada es piedra de tropiezo para el hombre que tiene la Palabra de Dios en abundancia. Toma su cruz diaria y se convierte en un deleite. Para la prueba de fuego está preparado y no lo considera extraño, como para ser completamente abatido por ella. La prosperidad no le hace tropezar, como a muchos, ni la adversidad, como a otros, porque vive más allá de las circunstancias cambiantes de la vida externa.
Cuando su Señor le presenta un gran misterio de la fe que hace clamar a otros: "Dura es esta palabra; ¿quién puede oírla?" el creyente lo acepta sin dudarlo; porque sus dificultades intelectuales son superadas por su reverente temor por la ley del Señor, que es para él la autoridad suprema a la que se inclina gozosamente. Señor, obra en nosotros este amor, esta paz, este descanso, en este día.
Salmo 119: 165
Sí, un amor verdadero por el gran Libro nos traerá gran paz del gran Dios y será una gran protección para nosotros. Vivamos constantemente en la compañía de la ley del Señor, y ella producirá en nuestros corazones un descanso como ninguna otra cosa.
El Espíritu Santo actúa como Consolador a través de la Palabra y derrama esas influencias benignas que calman las tempestades del alma. Nada es piedra de tropiezo para el hombre que tiene la Palabra de Dios en abundancia. Toma su cruz diaria y se convierte en un deleite. Para la prueba de fuego está preparado y no lo considera extraño, como para ser completamente abatido por ella. La prosperidad no le hace tropezar, como a muchos, ni la adversidad, como a otros, porque vive más allá de las circunstancias cambiantes de la vida externa.
Cuando su Señor le presenta un gran misterio de la fe que hace clamar a otros: "Dura es esta palabra; ¿quién puede oírla?" el creyente lo acepta sin dudarlo; porque sus dificultades intelectuales son superadas por su reverente temor por la ley del Señor, que es para él la autoridad suprema a la que se inclina gozosamente. Señor, obra en nosotros este amor, esta paz, este descanso, en este día.