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Construí escuela en Tegucigalpa CON MIS SEGUIDORES 🥹 Y COMIENZA UN NUEVO RETO
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A principios de este año, los estudiantes de la Escuela Experimental UNAH de Tegucigalpa me llamaron para pedir ayuda ya que estaban estudiando en aulas hechas hace 30 años con cartón comprimido. Las paredes estaban destrozadas con grandes agujeros donde entraron ladrones a robar los materiales y computadoras de los niños. El techo estaba pudriéndose y cayendo.
Los niños y padres de familia me pidieron que remodele totalmente las 7 aulas de la escuela antes de que se colapse encima de los alumnos. Cuando me di cuenta que la escuela fue creada para los hijos de las aseadoras, fontaneros y jardineros de la universidad, sabía que tenía que ayudarlos ya que cuando yo era universitario en Estados Unidos, yo también trabajaba como aseador del campus. Pero teníamos un problema. El presupuesto para reconstruir la escuela era 2.7 millones de lempiras. Una cantidad que no teníamos.
Después de contemplar la situacion, decidí embarcarme en el reto más loco de mi vida: correr 250 kilómetros desde San Pedro Sula hasta Tegucigalpa. Tuvimos que aguantar golpes de calor, dolores de rodilla, lesiones, caídas, y momentos donde pensamos que ya no podíamos seguir adelante. Pero ustedes me acompañaron desde el principio y cada día se unieron más gente. Hombros a hombros, cruzamos montañas y las carreteras más largas del país. Con veinte mil personas, cruzamos la meta final en la universidad nacional autónoma donde los niños me dieron un gran abrazo. Empresarios, niños, abuelas, influencers, patrocinadores, universitarios y miles de personas donaron a la campaña y logramos romper la meta. Mi equipo comenzó a reconstruir la escuela y les muestro lo que logramos en apenas diez semanas.
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Los niños y padres de familia me pidieron que remodele totalmente las 7 aulas de la escuela antes de que se colapse encima de los alumnos. Cuando me di cuenta que la escuela fue creada para los hijos de las aseadoras, fontaneros y jardineros de la universidad, sabía que tenía que ayudarlos ya que cuando yo era universitario en Estados Unidos, yo también trabajaba como aseador del campus. Pero teníamos un problema. El presupuesto para reconstruir la escuela era 2.7 millones de lempiras. Una cantidad que no teníamos.
Después de contemplar la situacion, decidí embarcarme en el reto más loco de mi vida: correr 250 kilómetros desde San Pedro Sula hasta Tegucigalpa. Tuvimos que aguantar golpes de calor, dolores de rodilla, lesiones, caídas, y momentos donde pensamos que ya no podíamos seguir adelante. Pero ustedes me acompañaron desde el principio y cada día se unieron más gente. Hombros a hombros, cruzamos montañas y las carreteras más largas del país. Con veinte mil personas, cruzamos la meta final en la universidad nacional autónoma donde los niños me dieron un gran abrazo. Empresarios, niños, abuelas, influencers, patrocinadores, universitarios y miles de personas donaron a la campaña y logramos romper la meta. Mi equipo comenzó a reconstruir la escuela y les muestro lo que logramos en apenas diez semanas.
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