Mi hijo será futbolista profesional: Un sueño de muchos niños

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Tu actitud está frenando su correcto desarrollo

Pero en cuanto empieza el entrenamiento, el entrenador se queda impactado. Cada minuto tiene al padre encima corrigiéndole, instigándole, abroncándole.

El niño no sabe qué hacer y cada dos por tres está mirando a su papá para saber si está contento con su actuación o no. No arriesga porque se la juega. No quiere que su papá quede decepcionado. Después de lo que ha dicho delante suyo a los demás padres sobre él, no puede defraudarle.

La presión es tan alta que el niño queda completamente bloqueado. En realidad no es él el que está jugando. Son sus piernas las que golpean el balón pero, en el fondo, es su padre el que está entrenando, el que está jugando. Es un robot que hace lo que le dice su padre.
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