Prólogo del Evangelio de Juan: ANÁLISIS DE JUAN 1, 1-18: El Logos se hizo carne

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Es evidente que existe una correlación entre el Prólogo de Juan, el primer relato de la creación del libro del Génesis, la filosofía griega, y la literatura sapiencial del antiguo Israel. El autor del texto quería informar a la Iglesia primitiva acerca del rol desempeñado por Cristo desde antes de la misma creación. La intención del escrito consiste en argüir que Jesús es verdaderamente Dios, y que su vecindad con el Padre es eterna, preexiste al tiempo y al espacio. Los Padres de la Iglesia arguyeron que el Logos siempre ha sido coetáneo al Padre; Ireneo de Lyon exponía: “Tú, hombre, no eres increado, ni siempre coexistías con Dios, como su propio Verbo; sino que, por Su eminente bondad, después de haber ahora empezado a existir, aprendes poco a poco del Verbo las economías del Dios que te creó”, Dios empleó al Hijo como Demiurgo para la creación; por su parte, Tertuliano comentando este texto dice: “Luego (el Hijo es) Dios, pero engendrado en esto (= nacido en el Padre), para ser Dios. Él también es señor, pero en esto mismo vino del Padre, para ser señor”; desde la perspectiva de Hipólito romano, la unidad de Dios, su apacible quietud y soledad, no son contradictorias con la pluralidad de personas: “En efecto, con ser solo era múltiple, pues no estaba falto de Logos ni de Sofía ni de Dynamis ni de Voluntad; todo estaba en Él y Él era en todo y Él era todo”; finalmente, Orígenes destaca el papel mediador de Cristo entre la creación y su Hacedor: “Cristo es demiurgo, como principio, por cuanto es Sofía; se llama principio por ser Sofía. La Sabiduría dice, en efecto, por Salomón (Prov 8, 22): “Dios me creó principio de sus caminos en orden a sus obras”. Así pues “el Logos estaba al principio”, a saber en la Sabiduría; entendiendo por Sabiduría el concurso (Sytasis) de la contemplación tocante al universo y de los conceptos; y por Logos, la comunicación de lo contemplado a los seres dotados de logos”, según la aseveración del alejandrino, Cristo contempla las verdades eternas en el Padre y las comunica al mundo de la creación.

El así llamado prólogo de Juan presenta una estructura sencilla, pero bastante profunda que, según algunos especialistas, podría derivar de algún himno cristológico que ya circulaba por la comunidad reunida en torno al testimonio de este apóstol. Se comenta que el Verbo, pretérito a las centurias, existente antes de que el mundo tan siquiera tuviese cimientos, desempeñó un rol protagónico en el acto creativo de la divinidad; la acción del Verbo no se encuentra recluida en un pasado remoto, en tiempos arcaicos ceñidos a una primigenia edad dorada, pues su acción guía a los hombres e ilumina al género humano; sin embargo, la simiente de Adán, imbuida en las funestas tinieblas, ha optado por rechazar la verdad primordial, la del Verbo; finalmente, la sabiduría divina se ha encarnado, estableciendo su tabernáculo entre los hombres, y con ello ha hecho partícipe a la progenie adánica de la gracia salvífica de Dios.

BIBLIOGRAFÍA
M. Jorge Carreón Perea. ACERCA DEL PRÓLOGO DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.

M. E. Boismard. "El prólogo de San Juan". Madrid: Ediciones FAX, 1970.

J. Caba. TEOLOGIA JOANEA: SALVACION OFRECIDA POR DIOS Y ACOGIDA POR EL HOMBRE. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Pagola, J. "Jesús. Aproximación histórica".

Ratzinger, J. Dios y el mundo. II: Sobre Jesucristo. Profetas y precursores. Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, Barcelona

Viviano, Benedict T. “THE STRUCTURE OF THE PROLOGUE OF JOHN (1:1-18): A NOTE.” Revue Biblique (1946-), vol. 105, no. 2, 1998, pp. 176–84
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