Rebusca de leña en La Mansión de Nicoya

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La historia de Costa Rica, desde su independencia en 1821, ha sido escrita por los boyeros, con sus carretas y sus bueyes, tanto para realizar trabajos propios como por contrato a otras personas, lo que ha representado un inmenso aporte al desarrollo nacional. Pero esa labor no siempre ha sido en procura de su subsistencia, sino que, el altruismo de los antepasados permitió que muchas obras de bien común se realizaran con el aporte de estos costarricenses. Hoy, aunque ya no son indispensables en las obras de infraestructura, su espíritu altruista prevalece mediante el aporte social a las comunidades. Es así como por iniciativa del señor Asdrubal (Yuba) Carmona, se inicia la tradición de aportar leña para las festividades del pueblo. El día señalado, desde tempranas horas, se unen los boyeros y los hacheros del pueblo y de comunidades vecinas, para en forma voluntaria recolectar la leña que se utilizará durante el año en las distintas festividades que se realizan en el pueblo para recaudar fondos que permitan la ejecución en beneficio de la población. Es una práctica donde reina la alegría, la camaradería y el espíritu festivo que caracteriza a los costarricenses en general y a los boyeros en particular. Esta forma de colaborar con el desarrollo económico, cultural y social, son factores que incidieron para que la UNESCO, decidiera declarar el boyeo y la carreta pintada costarricense como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
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