Los miedos de los abogados

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Los abogados están aprisionados por sus miedos. Lo que esta claro que cuando decimos miedo nos referimos a una emoción normal e incluso funcional, sin embargo, además de los miedos que cualquier ser humano experimente, los abogados también se confrontan a números miedos endémicos a su trabajo.

Algunos de los miedos que pueden llevar sobre sus hombros los abogados son por ejemplo, expresar honestamente sus pensamientos y sentimientos, dar malas noticias a sus clientes, culparse a sí mismo o ser culpado por otros o, sufrir el "dolor, la humillación y la vergüenza de la derrota", entre otros.

Aunque la experiencia del miedo es desagradable, cumple una función vital de supervivencia al prepararnos para hacer frente a las amenazas. Las personas que no sienten miedo corren mayor riesgo de hacerse daño porque no desarrollan temores normales que los incitarían a evitar lesiones. Los temores de los abogados pueden llevarlos a mejorar su rendimiento debido a una mayor preparación y un efectivo pensamiento rápido.

Ahora bien señores abogados, el miedo mata sueños y esperanzas, el miedo puede detenerte de hacer algo que sabes que eres capaz pero no lo haces porque el miedo te paraliza. Esta parálisis impide de manera innecesaria que se desempeñen bien, obtengan buenos resultados para los clientes, ganen más ingresos y experimenten una mayor satisfacción en su trabajo. Lo que es obvio es que los abogados que saben gestionar sus miedos son más efectivos que aquellos que no lo hacen.

Para lidiar y acabar con estos miedos, los abogados deben tratar con la naturaleza estresante de su trabajo. ¿Cómo hacerlo?

Siendo abogados nos desarrollamos en un área realmente estresante en todo momento, pero ese estrés la mayoría de las veces es alimentado por nuestros miedos al momento de desenvolvernos, a veces por irracionalidad y otras, por falta de confianza en nosotros mismos. Por lo tanto, tomando la iniciativa para aumentar el control y reducir sus riesgos. Estos pueden realizar evaluaciones sistemáticas de sus casos de manera rutinaria, reduciendo así la incertidumbre y proporcionando un mayor control. Como parte de este proceso, pueden buscar desarrollar buenas relaciones con sus clientes, compartiendo objetivos y estrategias realistas. También pueden desarrollar relaciones de trabajo constructivas con sus abogados homólogos, dado que normalmente representa la mayor amenaza. Teniendo en cuenta que la mayoría de los casos litigados se resuelven, pueden aprovechar la negociación anticipada planificada cuando sea apropiado; los abogados de las contrapartes podrían planificar la negociación de tal manera que aumente la probabilidad de obtener resultados satisfactorios para ambas partes.

En conclusión, sería sorprendente si la mayoría de los abogados no sintieran miedo al manejar transacciones legales, ya que pueden ser muy agresivas y complejas. Sin embargo, estos miedos pueden llevarlos a rendir de manera sobresaliente cuando se preparan para evitar las temidas consecuencias, o si no lo hacen, pueden llevarlos a tener un desempeño deficiente, dañándose a sí mismos y a sus clientes. Por lo tanto, los abogados, los educadores jurídicos y los funcionarios de los colegios de abogados deberían promover métodos constructivos para lidiar con dichos temores. Si bien estas estrategias pueden beneficiar a los abogados, el objetivo final debe ser ayudarles a servir mejor a sus clientes.

Por último, el miedo no existe en otro lugar más que en tu mente, es algo falso que parece real, es una ilusión que creamos que puede ser cambiado. Por lo tanto, nunca dejes que el miedo sea tan grande que te impida seguir adelante.

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