Giselle - Ballet San Petersburgo

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31-01-2016

Más allá de modas y épocas, la vida, la muerte y las pasiones han vertebrado relatos desde tiempos inmemoriales. Escritas o transmitidas oralmente, en el teatro, la música, la pintura o el cine, estas narraciones conservan intacto el poder de conmoción sobre los oyentes porque hablan de la esencia común del ser humano.

Y si en lugar de palabras la historia se plasma sobre pasos de ballet, el resultado final es una experiencia inolvidable. Así lo vivieron los más de 700 espectadores que acudieron este martes al estreno de la obra Giselle en el madrileño Teatro Compac. "El público gritaba entusiasmado. Ver un espectáculo como Giselle, que ha sobrevivido 175 años es importantísimo porque es adquirir cultura centenaria, no es algo pasajero", afirma a RTVE.es Tatiana Solovieva, la productora responsable de la obra que estará en cartel desde el 21 al 26 de julio.

Giselle es una campesina a la que un trágico choque de amores imposibles lleva a la muerte. Su espíritu pasará a formar parte de las Willis, seres del más allá que seducen con su baile a los hombres que cruzan el bosque para matarlos. Una noche descubre que la víctima será su amado, el conde Albrech, y Giselle bailará hasta el amanecer para librarle del fatal destino.

Escena de 'Giselle'
El libreto fue escrito por el francés Théophile Gautier (1811-1871), basado en una historia del poeta Heinrich Heine (1797-1856). La música fue compuesta por Adolphe Adam, un artista muy sensible al feedback del público, y su estreno en París en 1841 supuso un punto de inflexión en la concepción coreográfica de la época, bajo las directrices de Perrot y Coralli.

Disciplina y sensibilidad
Pero hacer que unas zapatillas de baile conmuevan los corazones de ese aforo no es fruto de la casualidad. "Ocho años de escuela, de preparación y luego, ensayo cada día. Sin esto es imposible. Ensayamos cada día además de salir al escenario. La escuela es muy importante", describe Radamaría Duminica-Razarenzo, bailarina solista e intérprete del papel de Giselle en esta función.

La artista reflexiona sobre la gestión de la conexión con el público: "(Como artista) lo vives en la obra como si fuera el último día de tu vida. Romeo y Julieta, por ejemplo, es muy trágico, así lo sientes en el escenario y ves llega al público. Giselle es igual. También me gustan las historias alegres, siempre con sonrisas, son distintas". Y añade: "Desde el ballet expresamos todo con gestos, y la gente entiende. Entre nosotros hablamos, con las manos con el alma y con el corazón". Una poesía tierna pero atlética, de cuerpos bien entrenados a los que el esfuerzo no se les nota.

"No todos pueden bailar ballet clásico -sentencia Tatiana, la productora- el clásico exige unas líneas, unos cuerpos que no exigen otros tipo de danza. Cuando los niños y jóvenes están estudiando ballet, la selección es muy estricta y se quedan solamente los mejores. El clásico es lo más difícil que se puede hacer".

Escena de 'Giselle' Escena de 'Giselle'
A pesar de la ingravidez de los cuerpos, levantar una producción de este tipo no es tarea fácil: "Hay más de 40 personas implicadas, es bastante complejo -detalla Solovieva-, todo está pintado a mano, hay que tener talleres, gente especializada en hacer todo esto, hay que hacer vestuario. Lo más difícil es preparar el cuerpo de baile, porque son muchas personas y hay que contratar a los mejores para que el espectáculo sea como nos gustaría verlo. Además hay que ensayar y luego traerlo aquí, billetes de avion, visados, seguros, publicidad, y pagarles, claro. El resultado es que pocas veces vemos este tipo de espectáculos".

Pero para la productora, cada función es un premio y un estímulo: "Yo he visto este ballet más de 100 veces y cada vez, cuando llega el final de la primera parte, se me saltan las lágrimas. En ballet clásico, nunca ves la misma versión. Tenemos tres parejas de solistas principales y con cada una la interpretación es diferente.

La tradición de la escuela rusa
"La escuela de ballet de San Petesburgo tiene más de 230 años y está muy medido, muy calculado, muy estudiado y muy valorado todo. La garantía de traer gente de la escuela de San Petesburgo es la de traer a unos de los mejores del mundo", describe Solovieva, y añade: "Cada compañía tiene su estilo, pero lo que tienen en común en esta escuela es que cuidan mucho el ballet clásico, los detalles de estilo, de la época, de interpretación, son muy cuidadosos".

Y como muestra, Solovieva nos remite al director de la compañía, Andrey Batalov: "Fue en 1997 el tercer ganador en la historia del 'Grand Prix' de Moscú, una de las competiciones más prestigiosas del mundo; solo ha habido cuatro y él es uno de ellos. El solista principal que veremos aquí es medalla de oro en este certamen".
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