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CUIDÁNDONOS PARA CUIDAR
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Cuidarse para cuidar: por qué darse tiempo para uno mismo es importante en la crianza
Entre colados y pañales, los padres cada vez sacrifican más de su tiempo personal en el cuidado de los niños. ¡Pero ese momento es vital para reponer energías!
Así mismo, cada padre y madre necesitan de cuidado para poder criar y desarrollarse como figuras de cuidado, esto quiere decir, personas que entregarán de su tiempo y energía para atender a otro más pequeño que ellos mismos. Sí, tal como se lee, quien cría necesita también ser protegido y protegerse a sí mismo en este proceso.
A falta de cuidado, lo más probable es que -como la planta sin agua- este padre o madre termine agotado, agobiado y desmotivado en esta tarea. Al ser adultos, nadie vendrá a cuidarnos desde afuera, y esa es una de las grandes diferencias entre ser un niño o niña y un adulto; el cuidado personal pasa a ser nuestra responsabilidad, pues tenemos que ocupar nuestros recursos en nuestra salud física y emocional.
¿Por qué es importante cuidarme para cuidar?
Cuando se habla de crianza, siempre se pone especial énfasis en todo lo que los padres tienen y deben hacer para ser “buenos padres” y criar “bien” a sus hijos.
Y es que además de ser padres somos personas con una vida propia diferente de la crianza, quizás cada vez más escueta, ¡pero vida al fin y al cabo!
La misión de cuidarnos se llama autocuidado parental, y es el espacio a partir del cual logramos darnos un tiempo personal necesario para reponer energías, cargar pilas y reconectarnos con lo que nos gusta y nos hace sentido, teniendo esto un impacto positivo en nuestra salud. No es casualidad que al convertirnos en padres uno de los espacios que primero se sacrifique, sea el de darnos un tiempo para nosotros mismos; la tendencia es disponer toda nuestra energía en la crianza y cuidado de otro. ¿Pero cuál es el problema de esto?
Que tarde o temprano las pilas se agotan y esto terminará afectando nuestra salud mental, que resulta ser fundamental a la hora de criar a un niño, afectando por consecuencia el bienestar de nuestros hijos también.
El darse espacios de cuidado personal, se relaciona con prácticas cotidianas no necesariamente complejas, y que pueden ayudarnos a descomprimir, sentirnos contenidos, alegres y satisfechos en la construcción de un espacio distinto al de la parentalidad.
¿Cómo cuidarnos?: Empecemos por el inicio…
Primer paso: saber qué necesito
Esta es una pregunta muy, muy necesaria para saber cuál será el camino hacia el autocuidado que debemos tomar, y comienza por escucharnos a nosotros mismos y ponernos atención.
Algunos pueden necesitar descansar, otros dispersarse o divertirse, otros relajarse… Lo importante es ponerle nombre y verbalizar esa necesidad para que exista y encontremos la forma dentro de nuestros contextos de satisfacerla sin culpas, sino entendiendo que es una necesidad tan vital como la luz del sol lo es al crecimiento de la planta de la que hablamos en un inicio.
Segundo paso: activarnos para satisfacer nuestra necesidad
Cuidarse es un arte y un aprendizaje constante.
Tercer paso: elegir cuidarnos día a día
Lo importante es entender que pequeños cambios van sumándose positivamente en nuestras rutinas, y nos permiten acumular buenas experiencias y alegrías que nos servirán para hacer frente a los diferentes desafíos que nos pone la crianza.
¿Qué te recomendamos practicar?
– Atención consciente: Practica poner especial atención a cómo te sientes.
– Descubrir cuáles son nuestros espacios para descomprimir: Hay que darse un tiempo para pensar e identificar cuáles son las cosas que nos hacen bien fuera de la crianza, resguardando algún espacio personal libre de colados, pañales, colegios, etc.
– Moverse: Uno de los consejos que se dan para alivianar las tensiones, además de recordar siempre respirar, es usar el movimiento.
– Organizarse y planificarse: Mientras más organización tengamos y más estables sean nuestras rutinas, tenemos mayor probabilidad de sentir que tenemos el control de nuestras vidas y, por lo mismo, sentirnos más seguros en un ambiente que será predecible y permitirá compatibilizar mejor nuestros tiempos.
– Recreación personal: Nutrir el espacio del ocio es fundamental.
– Compartir la responsabilidad de la crianza: La co-parentalidad es esencial, y con esto el estar coordinados y bien sintonizados con la o las personas que nos ayudarán a criar a nuestros hijos, nos brindará un gran apoyo al momento de necesitar usar el comodín del “tiempo personal”.
El autocuidado parental es uno de los principios de la crianza positiva, que nos invita a entender que para que los niños y niñas estén bien y crezcan felices, los padres también necesitan estar bien y sentirse felices con sus vidas. ¡A disfrutar se ha dicho!
¿Te das el tiempo y el espacio para cuidarte a ti mismo durante la crianza?
Entre colados y pañales, los padres cada vez sacrifican más de su tiempo personal en el cuidado de los niños. ¡Pero ese momento es vital para reponer energías!
Así mismo, cada padre y madre necesitan de cuidado para poder criar y desarrollarse como figuras de cuidado, esto quiere decir, personas que entregarán de su tiempo y energía para atender a otro más pequeño que ellos mismos. Sí, tal como se lee, quien cría necesita también ser protegido y protegerse a sí mismo en este proceso.
A falta de cuidado, lo más probable es que -como la planta sin agua- este padre o madre termine agotado, agobiado y desmotivado en esta tarea. Al ser adultos, nadie vendrá a cuidarnos desde afuera, y esa es una de las grandes diferencias entre ser un niño o niña y un adulto; el cuidado personal pasa a ser nuestra responsabilidad, pues tenemos que ocupar nuestros recursos en nuestra salud física y emocional.
¿Por qué es importante cuidarme para cuidar?
Cuando se habla de crianza, siempre se pone especial énfasis en todo lo que los padres tienen y deben hacer para ser “buenos padres” y criar “bien” a sus hijos.
Y es que además de ser padres somos personas con una vida propia diferente de la crianza, quizás cada vez más escueta, ¡pero vida al fin y al cabo!
La misión de cuidarnos se llama autocuidado parental, y es el espacio a partir del cual logramos darnos un tiempo personal necesario para reponer energías, cargar pilas y reconectarnos con lo que nos gusta y nos hace sentido, teniendo esto un impacto positivo en nuestra salud. No es casualidad que al convertirnos en padres uno de los espacios que primero se sacrifique, sea el de darnos un tiempo para nosotros mismos; la tendencia es disponer toda nuestra energía en la crianza y cuidado de otro. ¿Pero cuál es el problema de esto?
Que tarde o temprano las pilas se agotan y esto terminará afectando nuestra salud mental, que resulta ser fundamental a la hora de criar a un niño, afectando por consecuencia el bienestar de nuestros hijos también.
El darse espacios de cuidado personal, se relaciona con prácticas cotidianas no necesariamente complejas, y que pueden ayudarnos a descomprimir, sentirnos contenidos, alegres y satisfechos en la construcción de un espacio distinto al de la parentalidad.
¿Cómo cuidarnos?: Empecemos por el inicio…
Primer paso: saber qué necesito
Esta es una pregunta muy, muy necesaria para saber cuál será el camino hacia el autocuidado que debemos tomar, y comienza por escucharnos a nosotros mismos y ponernos atención.
Algunos pueden necesitar descansar, otros dispersarse o divertirse, otros relajarse… Lo importante es ponerle nombre y verbalizar esa necesidad para que exista y encontremos la forma dentro de nuestros contextos de satisfacerla sin culpas, sino entendiendo que es una necesidad tan vital como la luz del sol lo es al crecimiento de la planta de la que hablamos en un inicio.
Segundo paso: activarnos para satisfacer nuestra necesidad
Cuidarse es un arte y un aprendizaje constante.
Tercer paso: elegir cuidarnos día a día
Lo importante es entender que pequeños cambios van sumándose positivamente en nuestras rutinas, y nos permiten acumular buenas experiencias y alegrías que nos servirán para hacer frente a los diferentes desafíos que nos pone la crianza.
¿Qué te recomendamos practicar?
– Atención consciente: Practica poner especial atención a cómo te sientes.
– Descubrir cuáles son nuestros espacios para descomprimir: Hay que darse un tiempo para pensar e identificar cuáles son las cosas que nos hacen bien fuera de la crianza, resguardando algún espacio personal libre de colados, pañales, colegios, etc.
– Moverse: Uno de los consejos que se dan para alivianar las tensiones, además de recordar siempre respirar, es usar el movimiento.
– Organizarse y planificarse: Mientras más organización tengamos y más estables sean nuestras rutinas, tenemos mayor probabilidad de sentir que tenemos el control de nuestras vidas y, por lo mismo, sentirnos más seguros en un ambiente que será predecible y permitirá compatibilizar mejor nuestros tiempos.
– Recreación personal: Nutrir el espacio del ocio es fundamental.
– Compartir la responsabilidad de la crianza: La co-parentalidad es esencial, y con esto el estar coordinados y bien sintonizados con la o las personas que nos ayudarán a criar a nuestros hijos, nos brindará un gran apoyo al momento de necesitar usar el comodín del “tiempo personal”.
El autocuidado parental es uno de los principios de la crianza positiva, que nos invita a entender que para que los niños y niñas estén bien y crezcan felices, los padres también necesitan estar bien y sentirse felices con sus vidas. ¡A disfrutar se ha dicho!
¿Te das el tiempo y el espacio para cuidarte a ti mismo durante la crianza?