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KEYNES Y LAS CRISIS DE LA GLOBALIZACIÓN
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En noviembre de 1919, desde el King´s College de Cambridge, Keynes daba a sus editores el texto completo de su ensayo: Las Consecuencias Económicas de la Paz. Entonces Europa, Inglaterra, en general, el Mundo Occidental se vieron en la peor de sus crisis.
Nuestro mundo tiene algunos de los efectos de ese drama. Keynes había participado en las Conferencias de Paz en Paris, hasta el 7 de junio de aquel año. Allí tuvo asiento como agregado del Tesoro Británico y como asesor del ministro de Hacienda. Su escrito fue la reacción a unas negociaciones fracasadas.
Las potencias establecidas en Paris, finalmente llevaron por sus decisiones, a la fase preliminar de la Segunda Guerra Mundial. Fue al mismo tiempo el colapso de la primera globalización, el auge de un mundo en el que predominaban las sociedades abiertas y el espíritu liberal. El mundo de ayer de S. Zweig.
El Covid-19 ha desencadenado acontecimientos que amenazan con afectar profundamente la segunda globalización, al menos en su versión capitalista. Las dos potencias económicas, Estados Unidos y China comparten el excusar sus responsabilidades; Donald Trump mediante una campaña de sabotaje por votos; Xi Jinping imponiendo una legislación draconiana a Hong Kong.
Entre lo más significativo de Paris, fue la proximidad entre las potencias y una casuística compartida, para ver en Alemania una nación tan poderosa que amenazaba los sueños de grandeza del Reino Unido y los demás países. La suerte estuvo echada tras la culpa que Keynes no deja de atribuirle a los alemanes por los orígenes mismos de la crisis. El primer paso de la ruina que trajo la Primera Guerra Mundial lo había dado Alemania.
Keynes describe con numerosos detalles esta rivalidad. Una analogía que bien podría extenderse hacia la confrontación entre Estados Unidos y China en el siglo XXI. Los contenidos de la Conferencia de Paris, el Tratado, así como las Reparaciones, revelan la rivalidad que prevalecía entre Alemania y Reino Unido. La competencia entre ambas naciones, según Keynes, se daba en su rápida expansión comercial y su auge industrial. El proteccionismo marcado de los ingleses se respondía con los mismos celos de Alemania protegiendo en los mercados los precios del acero y el carbón.
El crecimiento exponencial de la economía China finalizando el siglo XX, muestra, como ayer Alemania, que el papel de "segundo" en el libreto, no se cumpliría durante un tiempo indefinido. El presidente Wilson durante su gestión con la Conferencia, había citado los logros de Estados Unidos después de Hamilton en el siglo XIX. El maestro de Keynes, Alfred Marshall, en sus Principios de Economía, nos describe cómo Inglaterra se movía hacia el libre comercio, mientras otros países fueron celosos proteccionistas.
Keynes sería testigo del conflicto que comenzaba en 1914 y que terminaba en los acuerdos de Bretton Woods en 1944. La guerra culminaría en 1945, con Europa destruida y la economía por los aires. La época que la segunda globalización del capitalismo llegaría de la mano de los Estados Unidos. Fue el período de auge del Estado de Bienestar, un momento progresista en la historia de las democracias liberales. Con todas sus imperfecciones, el New Deal, llevaría consigo la notable influencia de Keynes.
Las confrontaciones entre China y Estados Unidos y el duro golpe a la globalización, han sido evidentes con la crisis financiera del 2008. El Covid-19 ha terminado acelerando este proceso de descomposición. La pandemia está provocando un repliegue de los países. Las exigencias del contexto están obligando a tomar medidas proteccionistas. Lo que es evidente en todos los productos y servicios sanitarios. Se suman otras cadenas en la economía de suministros.
Keynes advertía en 1919 un momento decisivo para la historia. Las economías de mercado y las democracias liberales entraban en decadencia. Hoy se aceleran cambios sin referentes políticos definidos. Lo deseable es que el mundo que ingreso a la pandemia no sea el mismo que salga de la misma. Mayor cooperación y altruismo entre naciones y pueblos, fue el llamado de Keynes.
Sin embargo, el camino hacia la recuperación es pedregoso. Las lecciones de la historia no se aprenden. O se repiten los mismos errores, primero como comedia y luego como una tragedia, decía Marx. En su momento, Wilson y Clemenceau, lo mismo que los países aliados, anegaron los acuerdos. Fueron irresponsables. Y si los países se comportarán como personas, la peor receta de esta historia son las fantasías de grandeza. El narcisismo puede convertirse en una enfermedad, pero en el caso de naciones, en se vuelve un cataclismo. El mundo de ayer con sus errores evoca la urgencia de construir la paz.
Keynes presagiaba en su ensayo que vendrían tiempos difíciles y peligrosos. Ninguno se comportó a la altura de las circunstancias. En eso nuestro mundo no ha cambiado.
Nuestro mundo tiene algunos de los efectos de ese drama. Keynes había participado en las Conferencias de Paz en Paris, hasta el 7 de junio de aquel año. Allí tuvo asiento como agregado del Tesoro Británico y como asesor del ministro de Hacienda. Su escrito fue la reacción a unas negociaciones fracasadas.
Las potencias establecidas en Paris, finalmente llevaron por sus decisiones, a la fase preliminar de la Segunda Guerra Mundial. Fue al mismo tiempo el colapso de la primera globalización, el auge de un mundo en el que predominaban las sociedades abiertas y el espíritu liberal. El mundo de ayer de S. Zweig.
El Covid-19 ha desencadenado acontecimientos que amenazan con afectar profundamente la segunda globalización, al menos en su versión capitalista. Las dos potencias económicas, Estados Unidos y China comparten el excusar sus responsabilidades; Donald Trump mediante una campaña de sabotaje por votos; Xi Jinping imponiendo una legislación draconiana a Hong Kong.
Entre lo más significativo de Paris, fue la proximidad entre las potencias y una casuística compartida, para ver en Alemania una nación tan poderosa que amenazaba los sueños de grandeza del Reino Unido y los demás países. La suerte estuvo echada tras la culpa que Keynes no deja de atribuirle a los alemanes por los orígenes mismos de la crisis. El primer paso de la ruina que trajo la Primera Guerra Mundial lo había dado Alemania.
Keynes describe con numerosos detalles esta rivalidad. Una analogía que bien podría extenderse hacia la confrontación entre Estados Unidos y China en el siglo XXI. Los contenidos de la Conferencia de Paris, el Tratado, así como las Reparaciones, revelan la rivalidad que prevalecía entre Alemania y Reino Unido. La competencia entre ambas naciones, según Keynes, se daba en su rápida expansión comercial y su auge industrial. El proteccionismo marcado de los ingleses se respondía con los mismos celos de Alemania protegiendo en los mercados los precios del acero y el carbón.
El crecimiento exponencial de la economía China finalizando el siglo XX, muestra, como ayer Alemania, que el papel de "segundo" en el libreto, no se cumpliría durante un tiempo indefinido. El presidente Wilson durante su gestión con la Conferencia, había citado los logros de Estados Unidos después de Hamilton en el siglo XIX. El maestro de Keynes, Alfred Marshall, en sus Principios de Economía, nos describe cómo Inglaterra se movía hacia el libre comercio, mientras otros países fueron celosos proteccionistas.
Keynes sería testigo del conflicto que comenzaba en 1914 y que terminaba en los acuerdos de Bretton Woods en 1944. La guerra culminaría en 1945, con Europa destruida y la economía por los aires. La época que la segunda globalización del capitalismo llegaría de la mano de los Estados Unidos. Fue el período de auge del Estado de Bienestar, un momento progresista en la historia de las democracias liberales. Con todas sus imperfecciones, el New Deal, llevaría consigo la notable influencia de Keynes.
Las confrontaciones entre China y Estados Unidos y el duro golpe a la globalización, han sido evidentes con la crisis financiera del 2008. El Covid-19 ha terminado acelerando este proceso de descomposición. La pandemia está provocando un repliegue de los países. Las exigencias del contexto están obligando a tomar medidas proteccionistas. Lo que es evidente en todos los productos y servicios sanitarios. Se suman otras cadenas en la economía de suministros.
Keynes advertía en 1919 un momento decisivo para la historia. Las economías de mercado y las democracias liberales entraban en decadencia. Hoy se aceleran cambios sin referentes políticos definidos. Lo deseable es que el mundo que ingreso a la pandemia no sea el mismo que salga de la misma. Mayor cooperación y altruismo entre naciones y pueblos, fue el llamado de Keynes.
Sin embargo, el camino hacia la recuperación es pedregoso. Las lecciones de la historia no se aprenden. O se repiten los mismos errores, primero como comedia y luego como una tragedia, decía Marx. En su momento, Wilson y Clemenceau, lo mismo que los países aliados, anegaron los acuerdos. Fueron irresponsables. Y si los países se comportarán como personas, la peor receta de esta historia son las fantasías de grandeza. El narcisismo puede convertirse en una enfermedad, pero en el caso de naciones, en se vuelve un cataclismo. El mundo de ayer con sus errores evoca la urgencia de construir la paz.
Keynes presagiaba en su ensayo que vendrían tiempos difíciles y peligrosos. Ninguno se comportó a la altura de las circunstancias. En eso nuestro mundo no ha cambiado.