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UN MILLONARIO QUEDÓ PARALIZADO AL OÍR LA CANCIÓN QUE SU AMADA CANTABA ANTES DE DESAPARECER...
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UN MILLONARIO QUEDÓ PARALIZADO AL OÍR LA CANCIÓN QUE SU AMADA CANTABA ANTES DE DESAPARECER...
Alfonso caminaba lentamente por la plaza, rodeado por la fría brisa de la tarde. Había terminado una reunión de negocios importante y decidió dar un paseo para despejar su mente, como solía hacer cuando las memorias de Camila, su gran amor perdido, lo atormentaban. Camila había desaparecido sin dejar rastro hace veinticinco años, y aunque el tiempo había pasado, el dolor nunca lo había abandonado por completo. Se había refugiado en el trabajo, construyendo un imperio para distraerse, pero el vacío en su corazón seguía allí, intacto.
Mientras caminaba, escuchó una melodía que lo dejó completamente paralizado. Era una canción que Camila solía cantar cada tarde mientras cocinaban juntos, en aquellos días felices en que soñaban con un futuro que jamás llegaría. Alfonso se giró en busca del origen de esa voz, y lo que vio lo dejó sin palabras: una joven estaba sentada en un banco, con una guitarra entre sus manos, cantando esa misma melodía que tanto significaba para él. Su voz era suave, llena de sentimiento, y su apariencia era sorprendentemente similar a la de Camila. Tenía los mismos ojos, el mismo cabello oscuro que brillaba bajo la luz del sol. Parecía como si el pasado se hubiera materializado frente a él.
Sin pensarlo dos veces, Alfonso se acercó lentamente. Sus pasos eran cautelosos, como si temiera que un movimiento brusco pudiera romper el encanto del momento. Se quedó parado a unos metros de distancia, escuchando cada nota de la canción. Había algo en esa voz, en la forma en que los acordes fluían con naturalidad, que hacía que su corazón se acelerara de una manera que no sentía desde hacía décadas.
Alfonso caminaba lentamente por la plaza, rodeado por la fría brisa de la tarde. Había terminado una reunión de negocios importante y decidió dar un paseo para despejar su mente, como solía hacer cuando las memorias de Camila, su gran amor perdido, lo atormentaban. Camila había desaparecido sin dejar rastro hace veinticinco años, y aunque el tiempo había pasado, el dolor nunca lo había abandonado por completo. Se había refugiado en el trabajo, construyendo un imperio para distraerse, pero el vacío en su corazón seguía allí, intacto.
Mientras caminaba, escuchó una melodía que lo dejó completamente paralizado. Era una canción que Camila solía cantar cada tarde mientras cocinaban juntos, en aquellos días felices en que soñaban con un futuro que jamás llegaría. Alfonso se giró en busca del origen de esa voz, y lo que vio lo dejó sin palabras: una joven estaba sentada en un banco, con una guitarra entre sus manos, cantando esa misma melodía que tanto significaba para él. Su voz era suave, llena de sentimiento, y su apariencia era sorprendentemente similar a la de Camila. Tenía los mismos ojos, el mismo cabello oscuro que brillaba bajo la luz del sol. Parecía como si el pasado se hubiera materializado frente a él.
Sin pensarlo dos veces, Alfonso se acercó lentamente. Sus pasos eran cautelosos, como si temiera que un movimiento brusco pudiera romper el encanto del momento. Se quedó parado a unos metros de distancia, escuchando cada nota de la canción. Había algo en esa voz, en la forma en que los acordes fluían con naturalidad, que hacía que su corazón se acelerara de una manera que no sentía desde hacía décadas.
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