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Jacob y Esaú : La rivalidad familiar

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Dios ha prometido dar gracia a los humildes, mientras que a los soberbios los resiste (Proverbios 3:34; 1 Pedro 5:5). Por lo tanto, debemos confesar y dejar a un lado el orgullo. Si nos exaltamos a nosotros mismos, nos colocamos en contra de Dios, quien, en Su gracia y por nuestro propio bien, nos humillara. Pero si nos humillamos, Dios nos da más gracia y nos exalta (Lucas 14:11). Junto con Jesús, Pablo también es nuestro ejemplo de humildad. A pesar de los grandes dones y entendimiento que había recibido, Pablo se vio a sí mismo como "el más pequeño de los apóstoles" y el "primero de los pecadores" (1 Timoteo 1:15; 1 Corintios 15:9). Al igual que Pablo, el verdaderamente humilde se gloriará en la gracia de Dios y en la cruz, no en la arrogancia (Filipenses 3:3-9).