El Coliseo romano, una maravilla de la ingeniería

El Coliseo Romano, Roma
Un desayuno suculento en la plaza del Coliseo, que es así como se llama el lugar. Así comenzó el día, a merced de la imponente vista de ese gran coloso. Alli a un lado entre dormido, despierto, con el cansancio del día anterior a cuesta y con los ojos lelos frente al enorme gigante estábamos mi hija y yo. La verdad es que acorralados por la majestuosidad de esas ruinas convertidas hoy en una de las pocas maravilllas del mundo antiguo en pie, no tienes más remedio que sentirte humilde. Era la primera vez que lo teníamos tan cerca y aunque luego pudimos tocar sus columnas milenarias con nuestras manos y deambular entre aquellos laberínticos pasillos y recovecos, teníamos la inconfundible sensación de que todo a nuestro alrededor era algo irreal, mas allá del mundo terrenal.